Naves de todo el mundo pueden usar ya el aeródromo de La Vid

S.F.L.
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AESA autoriza la apertura de la instalación al tráfico para vuelos visuales diurnos de aparatos ultraligeros de hasta 650 kilos y helicópteros. El 10 de julio se retoman los paseos didácticos

El recinto del aeródromo ocupa casi nueve hectáreas y dispone de tres pistas y un cobertizo para guardar las aeronaves. - Foto: AESA

Aerolavid, el único aeródromo de la comarca burebana ubicado en La Vid, ha obtenido la autorización necesaria para que aeronaves tanto nacionales como internacionales hagan uso de las instalaciones. Asimismo, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) ha otorgado la licencia de apertura al tráfico de ultraligeros de hasta 650 kilos y helicópteros tras comprobar documentalmente y en el propio emplazamiento que todos los requisitos técnicos de operación y de diseño requeridos para la infraestructura y  los equipos cumplen la normativa establecida.

La instalación, que tras ocho años de trámites cuenta con todos los permisos en vigor, era hasta este momento de uso restringido privado. «Ha sido un trabajo duro llegar hasta aquí. La normativa cambia a menudo y hay muchas condiciones que cumplir», manifiesta el propietario, Gorka Noeriega, un guipuzcoano veterano en aviación que se trasladó a La Bureba para poner en marcha el proyecto de su vida.

Con dicha autorización aprobada por parte de AESA pueden aterrizar y despegar  todos los aparatos voladores que no sobrepasen  los 650 kilos, aunque también funciona como helipuerto para que en caso de necesidad, efectivos de la Guardia Civil o de Sacyl utilicen las instalaciones. Igualmente, podrán guardar los vehículos en el hangar del propietario durante el tiempo que acuerden pagando una tasa. Jesús Calleja, el reconocido presentador de televisión tuvo una semana aparcado en su propiedad el helicóptero que utiliza en su programa Volando Voy. Se hizo eco de que en la comarca existía un aeródromo y se interesó. «Iba a estar seis o siete días grabando por el País Vasco y en el aeropuerto de Bilbao le cobraban 6.000 euros. Sin embargo, por aquel entonces, le dije que podía dejarle en Aerolavid. No me pagó nada pero lo pasamos bien», expone Noriega.

Con respecto al mantenimiento de las aeronaves, el veterano asegura que lo ideal es que las personas que acudan a la infraestructura  tengan conocimientos de mecánica. «Antaño dedicaba más tiempo a este mundo pero ya estoy un poco cansado. Es importante que los usuarios sean autodidactas y capaces de gestionar su propia mecánica. En el caso de que necesiten ayuda ahí estaré pero prefiero que cada uno ejecute sus revisiones», añade.

Según la información aportada por AESA, las aeronaves autorizadas que utilicen el aeródromo y efectúen tráfico aéreo internacional, deberán de realizar su entrada y salida del territorio nacional por un aeropuerto aduanero, a excepción de las operaciones con origen y destino en países firmantes del acuerdo de Schengen, que están exentas de cumplir dicho requisito. «Pronto vendrán conocidos de Francia y de otros países a pasar unos días conmigo. Disponer de el servicio que ofrezco me ha permitido conocer a muchos amantes del vuelo y aprender mucho», destaca el piloto. La mayor parte de los usuarios del centro suelen ser personas con aeronaves propias pero también se acerca gente hasta la pequeña localidad para disfrutar de una experiencia única.

Ocio y turismo. A partir del 10 de julio el campo de vuelo retomará los bautizos y las rutas turísticas por La Bureba en ultraligeros o motoveleros a 300 metros de altura. El vasco confirma que ya tiene varias reservas para entonces y que en los últimos días ha recibido múltiples llamadas de interesados en conocer la infraestructura. Aparte de fomentar el vuelo como tránsito lo hace como una alternativa deportiva.

Así, considera que el aeródromo es otro reclamo turístico para un sector de la población concreto pero también para aquellos que quieran probar algo diferente. «He tenido clientes que han volado en parapente o ala delta con motivo de la celebración de su cumpleaños. Es una experiencia única y todos aterrizan encantados», afirma. El recinto ocupa casi nueve hectáreas y dispone de una pista oficial, otras dos alternativas y un hangar donde guarda sus ‘tesoros’.