Miles de plantas a la basura al cerrar mercados y huertas

P.C.P.
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Temen que si el confinamiento no se levanta antes de mediados de mayo se pierda toda la campaña, lo que además repercutirá en el autoconsumo y la economía de muchas familias

José Luis Gómez camina por uno de sus invernaderos de Tobera. - Foto: Valdivielso

Fernando se levanta todas las mañanas y se asoma a la ventana. Desde su casa puede divisar la huerta. Sabe que en el camino resulta prácticamente imposible cruzarse con alguien pero el temor a ser multado le retiene en casa. Como él, miles de burgaleses se encuentran en sus domicilios como fieras enjauladas descontando los días para intentar no echar a perder todo el año. Mediados o finales de mayo es la fecha a la que tanto los horticultores aficionados como los productores profesionales de hortaliza y planta tienen «mucho miedo». Y cada vez está más cerca. «Esta temporada para nosotros es crucial».

Por el momento, ya han echado a la basura o tienen «para tirar» miles de plantas de temporada, como las cebollas de verano, apunta David Espinosa. Nuestro Huerto es una empresa familiar, radicada en Belorado, de la que viven el padre, la madre y dos hermanos. Desde que se decretó el estado de alarma, venden las verduras con reparto a domicilio (608 48 32 27) pero «poca cosa» y plantas a aquellos hortelanos que tiene también animales en su tierra y que sí tienen permitido acercarse. También a las tiendas de piensos, que pueden permanecer abiertas. Todo lo demás - «el 90, por no decirte el 95%»- son pérdidas.

José Luis Gómez atiende todos los días «muchas llamadas de clientes que quieren hacer la huerta, pero lo primero es la salud, es un tema muy delicado», comenta desde Tobera y tras tirar «3 invernaderos de espinacas y lechugas» por no darles salida. «No quiero ni recordarlo», se lamenta. Tampoco ha querido iniciar la venta online porque no podría darle continuidad una vez que vuelva la normalidad.

Ambos venden en el mercado de Los Carros. Entienden que del mismo modo que están abiertos supermercados o comercios de alimentación, se podría recuperar la actividad. Así se ha hecho en Euskadi. «En el aparcamiento disuasorio de Las Torres hay espacio suficiente para mantener las distancias de seguridad entre vendedores y evitar aglomeraciones de clientes con alguien controlando», apunta Espinosa. «Lo necesitamos, siempre están hablando de proteger al medio rural, pero luego...», apunta Gómez, que remarca que también es «producto de primera necesidad», «y más sano no lo hay», recalca Espinosa.

Para Juan José Asensio, de Fundación Oxígeno, existe otro problema añadido vinculado al autoconsumo, pues al quedarse sin huerto muchas familias con rentas precarias perderían una base importante de su alimentación. También daña al comercio de cercanía, mientras «se está facilitando que los grandes productores estén sacando tajada» de esta crisis.