En plena pandemia por la COVID-19 se ha desatado un nuevo frente a la ya de por sí delicada y maltrecha economía: los grandes fabricantes de coches tienen muchas dudas sobre el futuro del sector, y a buen seguro que los anuncios de Nissan (cierre de su planta en Barcelona) y Renault (recorte de 15.000 empleos en todo el mundo, aunque sin tocar los que registra en Castilla y León) no serán los últimos. En pleno debate sobre el futuro a medio plazo de la movilidad, la implantación del automóvil eléctrico o la reducción de emisiones, las matriculaciones recuperan algo de ‘normalidad’ tras registrar en abril el peor dato de la historia, con apenas 11 nuevas unidades. Un mes después, en mayo, en Burgos se lanzaron a las carreteras 109 turismos y todoterrenos frente a los 496 del año pasado. La caída del 78%, es no obstante la segunda peor desde que hay estadísticas y la más elevada de las nueve provincias de Castilla y León, donde en conjunto las matriculaciones bajan un 74,8% hasta los 772 modelos. A nivel nacional la caída es del 72,7%, con 34.337 unidades.
«Estamos preocupados. Sí que es cierto que el mercado avanza, aunque no todo lo rápido que querríamos», asegura Carlos Arce, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automóviles de Burgos, que confiesa que durante las dos últimas semanas sus asociados le han notificado un incremento en las llamadas de clientes y un mayor interés.
Volviendo al plano provincial, de los citados 109 nuevos coches 96 se corresponden a vehículos particulares, 13 a empresas y ninguno destinado al canal de alquiladores (rent a car). En el acumulado desde el 1 de enero hasta el 31 de mayo, en Burgos se han matriculado 1.015 automóviles por los 2.441 que había entre esas mismas fechas en 2019, una diferencia de 1.426 unidades o lo que es lo mismo, del 58,4%. Por territorios de Castilla y León, y tras registrar Burgos el peor porcentaje, Segovia es la provincia con segundo mayor impacto con una caída del 77,32% (44 ventas), seguida de Soria, con un -76,5% (24 unidades) y Salamanca, donde bajan un 77,3% (85 automóviles). Tras ellas se sitúa León, con un desplome que ronda el 74% (151 ventas), Valladolid, provincia que registra 205 unidades (-73,8%), Ávila, donde se vendieron 45 coches (-73% menos), Palencia, con 54 ventas y un 72,7% menos y Zamora, con 55 automóviles nuevos, lo que viene a representar un desplome del 70,7% con respecto a mayo del pasado ejercicio.
«No es una buena noticia que sigamos en fase I y vayamos a ir siempre por detrás de otras regiones cercanas», explica el presidente de Aconauto Burgos, que lamenta una posible fuga de compras hacia otros territorios.
Aprovechar la oportunidad. Lo que sí dejan claro desde Aconauto es que, si uno se está pensando cambiar su coche, este es su momento. «Tenemos un stock acumulado desde hace dos, tres o cuatro meses y tenemos que darle salida. Estos modelos no tienen los costes añadidos de fabricarlos ahora, por lo que cuentan con buenos descuentos», indica Carlos Arce, que espera que sus negocios puedan remontar poco a poco su actividad. Hasta verano, calcula, los concesionarios no empezarán a recibir nuevos vehículos con esos incrementos en el precio derivados de su fabricación en tiempos de la COVID-19, por lo que insiste en aprovechar la oportunidad. «Es muy posible que te encuentres con facilidades de pago, aplazamientos hasta septiembre o tipos de interés más bajos dependiendo de las marcas», apunta.
Además, se muestra cauteloso con el anuncio del Ejecutivo central sobre las ayudas a la compra de coches, reconociendo que aún no se conocen plazos ni cuantías. «Puede ser un momento bueno.Nosotros necesitamos sacar esa unidades y tiene que ser a base de buenos precios», sentencia.