El 10% de los que pierden el carné va en coche a recuperarlo

F.L.D.
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La Guardia Civil y Tráfico detectan un aumento en las infracciones graves de este tipo y extreman la vigilancia a los conductores sancionados que han de volver a la autoescuela

El 10% de los que pierden el carné va en coche a recuperarlo - Foto: Alberto Rodrigo

Para perder todos los puntos del carné de conducir o que un juez decida una retirada, un conductor ha tenido que cometer una o varias infracciones de cierta gravedad. Medidas de este tipo, que van encaminadas a castigar las conductas al volante más peligrosas tanto para él como para el resto de los que circulan en carretera, debería bastar para que el que las comete no las vuelva a repetir. Sin embargo, y a juzgar por las sorpresas que la Guardia Civil se encuentra cada poco tiempo, parece que hay personas que no son del todo conscientes de que estas conductas son delictivas. En el último año, la Jefatura Provincial y el Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico (GIAT) de la Benemérita han detectado en Burgos un aumento de los conductores que no dudan en volver a coger el coche a pesar de tenerlo prohibido e, incluso, que acuden circulando en él al examen para recuperarlo.

De hecho, desde el propio GIAT estiman que alrededor de un 10% de los conductores que han perdido el carné llegan a la prueba para recuperar los puntos en coche. El último caso tuvo lugar hace apenas un mes. Los agentes de este grupo de la Guardia Civil rondaban las instalaciones de la jefatura provincial cuando, al salir un hombre que acudía a examinarse, le siguieron hasta una calle aledaña. Allí le vieron subirse al vehículo, donde le esperaban su mujer y su hija menor, y ponerse en marcha en su propio vehículo. Hay casos mucho más cómicos, como el de un sujeto que se presentó a la prueba con un casco de moto sin siquiera pensar que podía levantar alguna sospecha de cómo había llegado hasta allí. Esto ha obligado a Tráfico a extremar la vigilancia en los lugares donde es más probable que puedan volver a cometer la infracción. «Hemos prestado más atención que otras veces y hemos confirmado que hay un aumento», indica Gil, uno de los tres guardias civiles que conforman el GIAT de Burgos. Su compañero Vadillo añade que suelen tener un control de los expedientes de aquellas personas que han perdido los puntos o que el juez le ha retirado el permiso. «Hacemos una investigación por las bases de datos y nos focalizamos en aquellos que consideramos que pueden reincidir», matiza. Éstos, subraya, han llegado incluso a perder el miedo y cometen este tipo de delitos de una manera natural: «No son conscientes de la gravedad, se piensan que estas conductas no están recogidas en el Código Penal».

CONTROLES TODO EL DÍA 

Pero los controles no se reducen solo a los lugares donde se van a examinar, sino también vigilan los desplazamientos que el infractor suele realizar en su día a día y en donde también han sorprendido a unos cuantos conductores sin carné. «Nunca se lo esperan, menos cuando van a su trabajo o a su domicilio, y cuando te identificas te dan infinidad de excusas», apunta el agente Camazón, otro de los agentes de este grupo de investigación.

En cuanto a los perfiles, no hay uno concreto, si bien algunas coincidencias entre las personas que cometen este tipo de delitos. Por ejemplo, las razones por la que se retira el permiso suele ser por conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas, por ir una gran velocidad y otro tipo de infracciones graves al volante.

La vigilancia en los exámenes también está motivada por otra tendencia de los que tratan de hacer trampas a la hora de sacarse el permiso: el uso de pinganillos. Muchos grupos delictivos ofrecen estos dispositivos a personas extranjeras con dificultades para aprobarlo por una cantidad cercana a los 1.000 euros.

El pasado mes de agosto, estos guardias civiles detectaron a un ciudadano marroquí al que sorprendieron con un auricular minúsculo en la oreja. Les llamó la atención que se presentara con una cazadora en pleno verano, prenda que utilizó para ocultar un teléfono móvil.

DE LOS ROBOS A FACEBOOK 

El trabajo del GIAT se centra en todo aquello que tiene que ver con delitos relacionados con los vehículos, como los robos, los accidentes en los que hay atropellos, fallecidos e incluso fugas, falsificación de las documentaciones o una conducta que últimamente se ha puesto de moda entre los jóvenes y que conlleva sanciones muy severas: conducir a altas velocidades por las carreteras, grabarlo y colgarlo en internet.

Cada uno de los tres miembros del grupo tiene una misión específica: Camazón es especialista en falsificaciones, Gil en nuevas tecnologías y Vadillo en interrogatorios. Su trabajo les ha permitido esclarecer tramas y delitos a lo largo y ancho de toda la provincia. En el caso de los accidentes mortales con fuga, por ejemplo, pueden decir que en 30 años han resuelto el cien por cien. También consiguieron, tras muchas horas de visionado de imágenes y estudios de la zona, identificar a dos sujetos que se grabaron circulando a más de 200 kilómetros por hora, uno en la A-231 y otro en la A-62.

30 AÑOS CON UN PERMISO FALSO

Dado que las carreteras burgalesas son un entramado donde confluyen vehículos procedentes de toda Europa, es cuestión de pura estadística que en sus más de 1.000 kilómetros de viales haya más infracciones que en otros territorios colindantes. Transportistas y conductores cruzan desde Francia hacia Portugal o África por la provincia y los efectivos del Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico de la Guardia Civil (GIAT), tienen que andar con mil ojos para evitar que se produzcan delitos o, en último caso, resolverlos. La falsificación de permisos de conducir es una de las líneas más importantes en las que trabajan y en sus 30 años de trayectoria los efectivos de esta agrupación se han encontrado con todo tipo de fraudes, algunos complejos y otros, ciertamente cómicos.

Una de las operaciones más importantes de los últimos años concluyó en febrero de 2018 con la desarticulación de una banda delictiva que vendía carnés de conducir marroquíes falsificados. El cabecilla conseguía los permisos en el país africano y los ofrecía a ciudadanos que se encontraban en España para que los canjeasen por uno auténtico. La investigación se inició tras un inusual incremento de este tipo de expediciones en la Jefatura de Tráfico. El operativo terminó con un total de 28 detenidos, 10 de ellos en la provincia de Burgos.

Tal y como explica Camazón, guardia civil del GIAT, los compradores de estos carnés falsos son personas procedentes de Marruecos que tienen grandes dificultades para aprobar el examen por cuestiones idiomáticas. «Se iban a su país de origen, compraban un permiso y le cambian la fecha de expedición, de tal manera que fuera anterior a la residencia en España para poder canjearlo», indica.

El hecho de que Burgos sea un cruce de caminos y, por tanto, de nacionalidades, complica las labores de investigación. No obstante, otro de los guardias civiles de este grupo, Gil, matiza que están en constante contacto con fuerzas de otros países para saber si el permiso que nos enseñan es verdadero o no. En ocasiones, completa el agente Vadillo, los infractores ni siquiera saben que circulan con un documento falso: «Hemos tenido casos en los que no se creen que les estemos investigando porque aseguran no haber tenido ningún problema en 30 años».

Anécdotas para ejemplificar esa circunstancia los tres investigadores tienen para aburrir. «Una vez detuvo una patrulla a un ciudadano extranjero con un carné falso. Al rato vino su hijo asegurando que eso no era posible, que nunca les habían puesto problemas y que él tenía el mismo. Al mostrarlo, descubrimos que tampoco era verdadero», recuerda entre risas Camazón. Aunque el caso más cómico es el de un conductor polaco que presentó, ojo al dato, una burda identificación del FBI torpemente falsificada con la que, insistió a la Guardia Civil, llevaba media vida cruzando Europa.