El mal estado de aceras y barandillas de la calle Bilbao

R.C.G.
-

Hay baldosas levantadas y desprendidas a lo largo de todo el paseo del río, por el que transitan cada día cientos de mirandeses y escolares. En algunos puntos no hay protección o está totalmente doblada

En una de las zonas de descanso faltan elementos de protección y la acera está impracticable. - Foto: R.C.G.

Las orillas del Ebro son uno de los lugares más transitados de la ciudad ya que muchos mirandeses pasean por ellas diariamente. Sin embargo, mientras que las riberas presentan una imagen aceptable de cara a la temporada estival, el deterioro de la calle Bilbao es evidente.  

Desde el puente de Carlos III hasta Las Matillas, la acera tiene infinidad de baldosas levantadas. El riesgo de caída se agrava precisamente en uno de los espacios de descanso que hay a lo largo del recorrido, ya el suelo más próximo a los bancos está totalmente destrozado. Ese mobiliario es utilizado sobre todo por personas mayores y exige una actuación urgente. También las barandillas precisan una renovación, ya que en algunos puntos están rotas, en otros peligrosamente dobladas e incluso hay tramos en los que ni siquiera queda  ya protección. «Por el lugar pasan muchos niños para ir al colegio y un día va a caerse uno al río», apunta una madre que regresa de la escuela. Las raíces de los árboles han hecho estragos, por lo que «hay que estar muy atento para no tropezarse», afirman Gabriela y Matilde mientras controlan con la mirada a los menores a los que acompañan. Con las aceras en el estado actual, tirar de las mochilas con ruedas es casi una hazaña.  

Los desperfectos son más visibles a la altura del puente sobre el que pasa la Nacional I. En los laterales de la infraestructura se acumulan piedras desprendidas hace tiempo, mientras que los bloques de cemento de contención del paseo de las riberas se ha levantado por efecto del agua y hay trozos sueltos. En ese lugar también hay un tramo de barandilla suelto y poco más atrás es la estructura que protege el paso de cebra la que está totalmente doblada. 

A todo ello se suman restos de basura, heces de perro, farolas oxidadas y fuentes repletas de musgo y grafiteadas. «En vez de andar, tienes que ir saltando casi de puntillas como en el ballet», afirma con ironía Fernando, vecino del barrio, que considera que «la zona está un poco descuidada». 

Una caminata es suficiente para corroborar que no solo hace falta un lavado de cara sino una intervención más profunda que evite situaciones de riesgo. «Hace muchos años que el mantenimiento es el mínimo y las cosas se van estropeando. Algunas es más una cuestión de voluntad que de dinero, porque arreglar las aceras puede suponer una inversión más elevada, pero pintar o enderezar una barandilla no cuesta mucho», remarca Fernando.  

Las quejas ciudadanas apuntan también a la suciedad. Aunque en la orilla de la calle Bilbao los botellones son menos frecuentes que en la de la Parte Vieja, también es un lugar al que acuden grupos de jóvenes que no siempre tienen un comportamiento cívico. «Si ellos recogen poco y además la mitad de las papeleras están rotas, lo que acaba pasando es que las latas y bolsas acaban en el suelo», asegura Pedro, harto de pasear con su perro sorteando basura. 

«Por aquí pasea casi toda la ciudad, pero sin embargo apenas se han hecho obras de mejora en los últimos años. Únicamente han arreglado cuatro cosillas, y yo que suelo sentarme por las tardes en uno de los bancos, tengo hasta miedo a caerme por culpa de la acera», remarca otro vecino de avanzada edad.