Rostros desafiantes

A.C.
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El pintor Jesús Susilla expone en las Torres hasta el día 28 un recorrido por el largo camino de su carrera artística. Pintura con conciencia y que deja huella a través de los gestos más duros, castigados, despiadados o desencajados

Rostros desafiantes

Jesús Susilla estudió Derecho sabiendo que nunca iba a ejercer, cumpliendo así con el deseo de su padre que en el arte solo veía un divertimento con poco futuro. Pero su alma siempre fue de artista. Hace poco que se reencontró con el carné que utilizaba con 14 años en la Escuela de Artes y Oficios de Burgos, donde se crió y educó su mano y su mente en el dibujo al natural, la base de su obra pictórica. Su vida profesional le llevó a convertirse en director comercial de grandes compañías del mundo del automóvil en el País Vasco, pero «el refugio y la vía de escape» para liberarse de grandes dosis de estrés y encontrar momentos felices siempre fueron su familia y la pintura.

El Museo Histórico de Las Merindades acoge desde ayer hasta finales de mes, 2001-2021. It’s a long way, el largo camino de su carrera, donde del paisaje fue virando hacia el retrato, en el que raya la genialidad con rostros desencajados, castigados, impactantes al fin y al cabo. «No pinto caras agradables, pero no estoy enfadado con el mundo como dicen algunos», afirma Susilla mientras monta la exposición en la planta baja del Alcázar. Sencillamente, le gustan más las arrugas que hablan de la experiencia de la ancianidad que la tersura de la inexperta juventud, los ceños fruncidos de quienes arrastran muchas dificultades en el camino de la vida o los gestos duros de quienes se tienen que pelear con los elementos para salir adelante o luchar contra la enfermedad, como los profesionales a los que ha dedicado la serie Sanitadios durante esta pandemia.

El pintor, afincado en Getxo desde hace varias décadas y que desde hace diez años disfruta de Las Merindades desde su casa de Villanueva La Blanca (Villarcayo), busca «concienciar a la gente de las situaciones sociales a las que hay que buscar solución» con muchas de sus series pictóricas. En la obra que ha traído a Medina se pueden contemplar cuadros de varias de ellas, como las fichas policiales de delincuentes estadounidenses de principios del siglo XIX de la serie Mugshots. Mirando los rostros de La última patera, la inmigración y las caras del mundo asaltan a quien observa esos rojos y naranjas sobre un azul turquesa con el que el autor pinta el color de la esperanza.

Duelo gitano agita con la dureza de su oscuridad, del luto que rodea la muerte y más en esta raza. En la planta baja del Alcázar estos días se mezclan muchos colores y sensaciones, porque con la serie Chamán, de nuevo vuelven el rojo y el anaranjado en las bandas que cubren los ojos de esos indígenas de la Amazonia que Jesús descubrió a través de las fotografías de zn-experiences.com y que poco a poco van siendo cada vez menos.

Pero si algo le gusta a Susilla es trabajar en directo, lo que le ha llevado a decenas de concursos de pintura rápida y le ha dado muchas alegrías, premios y contactos con artistas de todo el país. Por ello, si la pandemia lo permite, en la segunda quincena de mayo pasará un fin de semana pintando una obra de gran formato en el museo. En el Festival de Acuarela de Medina de Pomar ya se ha visto su arte en vivo con el material con el que más se identifica, puesto que «es un desafío» y se trabaja contrarreloj. «Es una técnica en la que peleas contra ti mismo y contra los pigmentos y el agua», describe. En este caso, el autor casi siempre gana e incluso se atreve con el café, otro de los elementos que introduce en sus cuadros. Por eso, en su web invita a quienes se atrevan a tomarse un café con él, a trasladar su imagen al papel y rasgar su rostro con las gotas de esta bebida. Susilla, quien a pesar de la dureza de sus creaciones mira la vida con mucho optimismo, sigue desafiándose a si mismo con su última serie, ahora de esculturas, Cachorros. Cráneos, deportivas y maniquíes.