Buscar la ilusión perdida en otro puente triste

S.F.L.
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Comerciantes y hosteleros de La Bureba se enfrentan a una de las mejores festividades del año con la dramática situación que implican las restricciones, pero confían en conservar sus negocios a largo plazo

Buscar la ilusión perdida en otro puente triste - Foto: S.F.L.

Desolación, decepción y hartazgo. Son las palabras más utilizadas entre los hosteleros, hoteleros, comerciantes y una infinidad de empresarios de La Bureba a la hora de referirse a la situación que están sufriendo pero, especialmente, a «lo que queda por venir». Sectores estratégicos en la economía de la comarca y duramente golpeados por la crisis de la covid-19 desde que el Gobierno decretó el primer estado de alarma en marzo. El verano dio un respiro a los negocios más tocados pero el último atisbo de esperanza con el que contaban los propietarios y asalariados se ha visto fulminado con la ampliación de las restricciones por parte de la Junta, lo que supone que el puente de la Constitución e Inmaculada -de cuatro días- carecerá de repercusión alguna en su actividad, al mantener limitada la movilidad por comunidades autónomas. Una decisión que, según los propietarios, «condiciona» la temporada navideña.

Bares y alojamientos perderán otra oportunidad para resarcirse (aunque fuera levemente) de las graves pérdidas que les ha ocasionado la pandemia a lo largo del fatal año. «Este puente pasará totalmente en blanco. Nada que ver con las cifras alcanzadas años anteriores», mantienen los autónomos consultados por DB. Hay que tener en cuenta que dicha festividad es, después de Semana Santa, la más importante en la zona, tanto por su longevidad -ya que incluye dos festivos- como por considerarse el pistoletazo de salida a la temporada navideña, que conlleva gastos extra en las economías familiares.

En 2019 los alojamientos burebanos sobrepasaron de media el 90% de la ocupación durante los cuatro días del puente. Dicha cifra volvió a superar las previsiones para estas fechas, comprobando que cada vez son más los viajeros que se interesan por conocer los encantos del territorio. Tan solo doce meses después la estampa que ofrecerán las distintas localidades será bien distinta.

La hostelería es otra de las grandes perjudicadas por la vigencia de las restricciones durante estos días. «¿Quién va a venir a pedir un café o un pincho con las previsiones meteorológicas que se anuncian?», se preguntan los hosteleros de Briviesca. Los ingresos para la Constitución y la Inmaculada se verán, con las actuales condiciones, drásticamente reducidos respecto a los de años anteriores. Pero la pandemia deja atrás más sectores casi derrotados: tiendas, gasolineras, transporte, empresas enfocadas a la cultura, gimnasios, agencias de viajes... Todos sus representantes luchan día a día e incluso se reinventan para continuar con la puerta abierta. El sentimiento generalizado, pese a los nefastos augurios, es el poder de superación, de esquivar obstáculos y las ganas por sacar adelante su medio de vida. De momento, para la Navidad, ninguno de ellos se atreve a realizar vaticinios con los límites horarios en vigor. Habrá que esperar.

Ciudadanía. Que la tristeza se palpa en las calles es un hecho. Las restricciones, junto a la suspensión de eventos y actividades, hacen que el ánimo de los vecinos de La Bureba, comarca en la que la cultura tiene peso, decaiga. Carmen, residente de la capital burebana, rememora el mercado navideño y la «ilusión con la que los participantes preparan los puestos», al igual que en Oña. Ante unas fechas tan inciertas «no tengo ganas de comprar nada, solo lo justo. Esperemos por el bien de todos que esto mejore», recalca.