Los gimnasios se quedan sin fuerza

L.M.
-

La falta de microchips y el encarecimiento del comercio mundial son de tal magnitud que los centros deportivos burgaleses no pueden reparar sus máquinas cardiovasculares o reponer ciertos materiales

Las máquinas de correr o las bicicletas estáticas, repletas de componentes electrónicos, no pueden ser reparadas por falta de piezas. - Foto: Patricia

Desde hace tiempo el comercio internacional está desbocado.El boom que se desató con el final de las primeras restricciones ha dejado sin apenas suministros a todos los estratos de la economía, desde las cadenas de producción de grandes multinacionales hasta los talleres de barrio.Sin embargo, lo que uno no se podría imaginar es que los propios gimnasios están acusando la falta de materias primas y de los famosos microchips.

Estos semiconductores son fundamentales en la fabricación de vehículos, así como en el montaje de cualquier aparato eléctrico.Es por ello que, ante la altísima demanda y la poca oferta, algunos directores de centros deportivos burgaleses están teniendo que clausurar temporalmente sus máquinas cardiovasculares rotas por falta de piezas para repararlas.

«Logramos que nos arreglasen una, pero aún así tenemos dos no operativas desde hace ya una semana», explica Alberto delVal, presidente de la Asociación de Gimnasios de Burgos y gerente delGrandmontagne. Todos estos aparatos electrónicos requieren de un famoso semiconductor para trabajar o de piezas que, en plena ‘guerra’ comercial, brillan por su alto precio. Es por ello que los propietarios de cintas de correr, bicicletas estáticas o elípticas rezan para que su material no se rompa.«La falta de componentes eléctricos no la hemos notado hasta ahora, pero la de materiales es desde hace tiempo», asegura DelVal. Cita, entre otros, discos, pesas, barras, mancuernas... todos los elementos relacionados con el denominado ‘peso libre’. «Toda la carga, que se fabrica enChina, está carísima», apunta. Hace muchos años todo este tipo de ‘herramientas’ para entrenar se traían de otras regiones de España o de naciones cercanas, pero con la bajada de precios de los fabricantes asiáticos estos acabaron con muchas industrias y capitalizaron el mercado global.

A las puertas del otoño. La carencia de materiales les pilla a los gimnasios burgaleses en plena preparación para la nueva temporada. Habitualmente el verano es una de las peores épocas en cuanto a inscripciones y usuarios se refiere, pero una vez que vuelve septiembre y las vacaciones tocan a su fin la matriculación repunta. «Sí que es cierto que vamos renovando los elementos a lo largo del año, pero ahora estamos en una temporada muy sensible», indica el presidente de la Asociación de Gimnasios de Burgos.

Los centros deportivos de la provincia fueron, de largo, los más perjudicados por la llegada de la pandemia y las restricciones impuestas desde la Junta de Castilla y León.Los negocios burgaleses permanecieron cerrados al público durante más de 200 días, más que ninguna otra provincia del país.No fue hasta principios del pasado mes de marzo cuando la propia administración regional reconoció el valor del deporte y su práctica regular como ‘arma’ a la hora de combatir los posibles efectos del coronavirus en el cuerpo de las personas.