"Pedimos al presidente que no negocie con terroristas"

Á.M.
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Las hermanas del guardia civil Carlos Sáenz de Tejada -última víctima e ETA junto a Diego Salvá- conceden su primera entrevista para exigir a Pedro Sánchez que se ponga en su lugar y advertir que los etarras no se arrepienten, se ríen de las víctimas

"Pedimos al presidente que no negocie con terroristas"

José Antonio Sáenz de Tejada murió en febrero de 2020, pero la vida se la habían arrancado en julio de 2009. La segunda vez fue el cáncer. La primera, ETA. La organización criminal y terrorista había colocado una bomba lapa en los bajos de un vehículo de la Guardia Civil del acuartelamiento de Calviá (Mallorca) que estalló cuando el burgalés Carlos Sáenz de Tejada -su hijo- y el navarro Diego Salvá se disponían a arrancarlo. Son las dos últimas víctimas mortales de ETA en suelo español. Poco antes habían matado al inspector Eduardo Puelles y después acabarían con la vida del gendarme Jean-Serge Nérin -en marzo de 2010- en territorio francés.

«Nuestro padre era muy introvertido. Se obsesionó mucho con el asesinato de Carlos. Solo le llegaban al móvil noticias sobre ETA, todo lo imprimía y lo archivaba... Desde que se murió papá ya no guardamos nada. Él se encargaba de esas cosas». Lo cuentan las hermanas de Carlos, Patricia y Cristina, que nunca antes habían hablado a los medios sobre el asesinato del guardia burgalés, sobre su vida como víctimas o sobre sus opiniones acerca del denominado 'proceso' de transición del terrorismo a la política. «Siempre nos hemos mantenido al margen, pero hoy hacemos esto por Carlos, por nuestro padre y por mamá», aclaran.

Tras el atentado, cada miembro de la familia cargó el duelo a su manera. José Antonio custodiaba cantidades ingentes de documentación, acaso pretendiendo construir un archivo que algún día sirviera para esclarecer quién y cómo mató a Carlos y a Diego. La madre, Esther, ha ejercido siempre de correa de transmisión entre su familia biológica y la ampliación que conllevó el asesinato de Carlos, que básicamente hizo que todos sus amigos se metieran en casa de los Sáenz de Tejada y jamás hayan fallado al tributo a su memoria. Esther sigue yendo al cementerio cada dos semanas «y habla a menudo con Montse, la madre de Diego». Patricia y Cristina se blindaron. Para ellas, la simple mención de ETA se hizo insoportable, así que optaron por aislarse... Hasta donde pudieron, claro.

«Cuando nos llamasteis tuve que preguntar qué había pasado porque no quiero saber nada de esta gente. Me lo contó mi marido y luego busqué la noticia», explica Cristina. «Yo -amplía su hermana- trabajo escuchando la radio y cada vez que dan cualquier noticia relacionada con ETA o con el País Vasco me quito el auricular, prefiero vivir sin saber nada de ellos porque todo esto me produce una impotencia enorme».

Lo que había pasado no era otra cosa que la declaración leída por Arnaldo Otegui (EH Bildu) y Arkaitz Rodríguez (Sortu) en la que se pedía una suerte de perdón por el daño causado por ETA, a la que ni siquiera citaron. Horas después, el propio Otegui era grabado explicando que todo forma parte de una puesta en escena para sacar a los presos etarras de las cárceles al final de una hipotética segunda legislatura de Pedro Sánchez. «Imagino que toda España podrá imaginarse lo que opinamos de este señor». Así es como se refieren a Otegui, al que nunca llaman por su nombre.

Una de las imágenes imborrables de los funerales por Carlos y Diego es la de la madre del primero, Esther García, increpando al por entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, las condiciones en las que su hijo, como muchos otros guardias, tenía que desempeñar su trabajo. Hoy son sus hijas las que se dirigen a otro jefe del Ejecutivo nacional con una petición. «Al presidente del Gobierno le pedimos que se ponga en la situación de los que vivimos sin saber quiénes son los asesinos de nuestra familia y que no negocie con terroristas. Nada más. Los terroristas no se arrepienten de nada. Lo que dicen, y así lo reconocieron poco después, lo dicen para conseguir sus objetivos. Se están riendo de todas las víctimas».

(Más información en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos)