Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Presupuestos como de broma

14/10/2021

Me preocupa menos que el Fondo Monetario Internacional considere excesivamente optimistas las cifras de la macroeconomía española, corrigiéndolas a la baja, que el hecho de que los Presupuestos nazcan en medio de la rechifla general: casi nadie piensa que sean realistas y absolutamente nadie --ni Nadia, sospecho-- cree que vayan a cumplirse, ni siquiera aproximadamente.

De acuerdo: seguramente los Presupuestos son diseñados en medio de un panorama cambiante que hace sospechar que los datos de la realidad, dentro de unos meses, van a ser muy diferentes de los elaborados en el laboratorio del Ministerio de Hacienda. Pero pocas veces he visto tanta unanimidad en los medios especializados en el sentido de que las cuentas nacen ya desfasadas y presentan un sesgo demasiado optimista respecto de los ingresos que va a lograr el Estado.

El clima de falsa euforia económica del que se nos quiere imbuir desde ámbitos gubernamentales no puede esconder el hecho de que existen grandes bolsas de pobreza, un paro sistémico y una deuda alarmantes. Cierto: los datos del FMI, como sus previsiones de futuro, son casi siempre cuestionables, y a la experiencia me remito. Pero resulta sospechosa la frecuencia con la que las profecías oficiales chocan con la realidad de otros números muy diferentes, como los del Instituto Nacional de Estadística o el Banco de España, por quedarnos solamente en casa y no entrar en la que dirige doña Kristalina Georgieva, ese FMI siempre demasiado agitado.

Que un país se tome a broma sus Presupuestos es aún más grave que el que desde el Gobierno se ataque a los jueces -que suele responder con la misma moneda, dicho sea de paso o que la ciudadanía se tome a chacota los sondeos de la institución demoscópica oficial. Los españoles van aprendiendo a no tomarse demasiado en serio casi nada, llámense instituciones --incluyendo la principal, es decir la Jefatura del Estado--, la propia Historia --véanse las controversias en torno al aún llamado Día de la Hispanidad-- o, ya digo, los Presupuestos. Confiemos en que el debate presupuestario en el Parlamento sea algo más riguroso de lo que nos tienen acostumbrados Sus Señorías. Porque lo malo es que al Legislativo también se le ha perdido ya el respeto. Hay que corregir el rumbo y puede que el debate presupuestario sea un buen comienzo.