Testigos de un país dividido

G. ARCE
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EEUU vive una de las semanas más convulsas de su historia reciente y en uno y otro lado del Atlántico ha habido burgaleses y norteamericanos pendientes de las urnas, de la tensión en la calle y de la pugna en el recuento de votos entre Trump y Biden

Erin Boes, Ariadna Antón y Carmen Arroyo.

Erin Boes: «Ya no reconozco mi país, no sé explicar qué está pasando»

Su voto, enviado por correo hace unas semanas desde Burgos, ha estado en entredicho los últimos días por Donald Trump, pero finalmente ha servido para que su Estado natal, Michigan, siga luciendo el color azul en el gigantesco mapa de los Estados Unidos de América. Erin Boes es una de las pocas norteamericanas afincadas en Burgos y desde hace 11 años ya, tiempo suficiente para casarse, tener dos hijas «y ser muy feliz aquí». Al otro lado del Atlántico fue profesora de español y literatura inglesa y aquí hace lo propio con el inglés.

«Soy una persona que nunca ha tenido ansiedad pero reconozco que el martes por la noche no dormí y lo pasé fatal viendo un escrutinio tan lento y además favorable a Trump», reconoce. «Flipo en colores al ver que después de los cuatro años que hemos pasado todavía tenga tanta gente a su favor...».

Erin Boes lamenta decir que «ya no reconozco mi país, Trump ha contribuido a dividirlo todo». A la profesora le sorprendió que fuera candidato hace 4 años y que para colmo ganase, «pero después de todo lo que ha dicho y todo lo que ha hecho más me sorprende ahora que la gente le siga apoyando».

A Joe Biden, finalmente elegido, le pide que trabaje para «unir a la gente». «Tiene que buscar la manera de hacernos ver como americanos otra vez y no como unos contra los otros. El país tiene que empezar a curarse». 

En su día pensó que la crisis del coronavirus uniría a los norteamericanos «pero he visto que no». «Muchos burgaleses me han preguntado por mi país y no sé explicar qué es lo que está ocurriendo».

Ariadna Antón: «Aquí todo se resume en si estás a favor o en contra de Trump»

Lleva año y medio viviendo en Nueva York y ha conocido muy de cerca los estragos de la pandemia en la Gran Manzana, la revolución del movimiento Black Lives Matter y también los absurdos de las elecciones presidenciales más reñidas de la historia. Ariadna Antón es una burgalesa de 34 años con mucho mundo pues, tras pasar 7 años en Londres, ahora trabaja para Naciones Unidas -más en concreto para Unicef- desarrollando un proyecto internacional de marketing digital para 23 países, desde India a Colombia pasando por Tailandia, entre otros. «Básicamente, les estamos aportando herramientas digitales, vitales ahora en la crisis de la covid».

Trabaja y vive en pleno Manhattan, siendo espectadora y sintiéndose afectada por una cita electoral en la que, lógicamente, no ha votado pero que sí marcará su estancia en el país. «Con la excusa de la covid, Trump ha puesto muchísimas restricciones en el tema de los visados, aunque yo disfruto de uno diplomático y no me afectan las restricciones para volar. Muchos amigos españoles se han visto afectados por el cierre de fronteras, la excusa de Trump para proteger el trabajo solo para los americanos». 

Hasta diciembre, la movilidad internacional en USA está bloqueada. «Para nosotros es muy importante que haya una transición y que los demócratas cambien esa política con los extranjeros, que también aportamos a los Estados Unidos. Todos queremos volver a casa por Navidad y ahora es muy complicado».

Ariadna insiste en que Nueva York «no es América, es una ciudad muy internacional con gente de todas las partes». En la América profunda, que ya empieza en el propio Estado de Nueva York, a unos pocos kilómetros de la gran capital, ya se empieza a ver la división abierta entre los seguidores de Donald Trump y de Joe Biden. «No creo que la diferencia esté entre demócratas y republicanos, porque a nadie ha convencido Biden como candidato. Aquí la cosa está en si eres partidario o no de Trump».

Las manifestaciones a favor y en contra son habituales por las calles «entre los que pedían que se contaran todos los votos emitidos por correo y los que pedían lo contrario. Hay mucha tensión y la tendremos hasta que se elija al presidente y mucho después. El descontento va a seguir por un tiempo y eso es culpa de la complejidad de las votaciones, que no dependen tanto del número de votos sino del peso electoral de cada Estado».

Esta burgalesa licenciada en Administración de Empresas y Publicidad cree que, por encima de todas las diferencias y tensiones, empieza a asomar una generación de jóvenes con ganas de cambiar el país, aunque «no será un proceso de la noche a la mañana». Es su mensaje positivo que extrae de este momento electoral tan traumático que está viviendo. «Aquí hay bastantes desigualdades y diferencias sociales muy marcadas que no encontramos en Europa, especialmente entre la gente de color y la blanca, que no disfrutan de las mismas oportunidades ni en la escuela, ni en la universidad o ni en el trabajo».

Carmen Arroyo: «Creo que la gente está cansada de Trump, su juego sucio no es sostenible»

Esta periodista burgalesa de 27 años llegó a los Estados Unidos hace 3 años, becada por La Caixa para hacer un master en la Universidad de Columbia. Actualmente trabaja en Euromoney Institutional Investor y está especializada en la información financiera, en los mercados energéticos latinoamericanos. Le encanta la política -«a la que soy adicta»- y lleva meses disfrutando de la intensidad del momento que vive Estados Unidos y que augura que se prolongará unos cuantos meses más. 

«Tengo muchos amigos que se han dedicado a hacer llamadas para captar votos y la cantidad de gente que ha acudido a las urnas ha sido altísima. La verdad, no sé quién ha dormido este 3 de noviembre...».

Ha vivido la última semana con mucho estrés «porque había una idea generalizada de que Biden iba a ganar con holgura, pero los resultados no han sido tan claros y contundentes y las diferencias son por unos pocos miles de votos y además en muchos estados». Temía que una vez contados todos los votos «se líe y se judicialice todo».

Nueva York, donde vive, es «super demócrata y liberal, siempre azul. Lo mismo que mi gremio de periodistas. Trump ha jugado sucio  en estas elecciones pero es un personaje que tiene mucho peso entre el electorado norteamericano. A muchos les gusta que sea políticamente incorrecto, especialmente en aquellos estados a los que ha apoyado en su guerra comercial con China».

«El punto fuerte de Trump ha sido la economía, que ha ido muy bien. De hecho, en febrero aquí estaban convencidos de su victoria porque la tasa de desempleo era muy baja. Entonces llegó la pandemia, las protestas del Black Lives Matter y una campaña en la que ha insistido en el mensaje del fraude. La gente esta cansada, Trump no es sostenible. El ambiente está crispado, sus comentarios no ayudan».