"La estética no es que sea importante, es fundamental"

Gadea G. Ubierna
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María Dios, especialista en estética oncológica por experiencia propia

María Dios. - Foto: Valdivielso

María Dios no necesita que le expliquen cómo se siente una persona cuando se levanta de la cama, se mira en el espejo y ve que no tiene pelo, cejas ni pestañas, que su piel se ha vuelto seca y grisácea, que tiene frío y que lo único que quiere es encerrarse en casa a ver si la pesadilla de seis letras y tilde acaba pronto. Dios conoce esas sensaciones porque las vivió con 29 años, cuando le diagnosticaron un cáncer de mama que le cambió la vida. Pero ella, tendente a ver el lado positivo de las cosas, supo hacer de la necesidad virtud y cambió la peluquería por la estética especializada para pacientes oncológicas. «La estética no es que sea importante, es que es fundamental porque es lo único que te devuelve a tu físico anterior», recalca, más de dos décadas después.

Dios tenía una peluquería cuando le diagnosticaron el cáncer, que le provocó una artrosis degenerativa en las manos. Ella sabía, por lo tanto, que antes o después tendría que replantearse su futuro profesional y cuando ya había recomendado a unas cuantas clientas dónde hacerse una peluca, pensó en por qué no ofrecerlas ella misma. En 2010 empezó «a trabajarlas» y en 2013, antes de que la artrosis le impidiera seguir peinando, abrió un negocio especializado en cuidados para pacientes oncológicas en la galería comercial del HUBU. Y con 2.500 casos nuevos diagnosticados cada año en Burgos (según el Observatorio de la AECC), trabajo no le falta. «Los efectos secundarios de los tratamientos son los mismos ahora que en 1998, pero en lo relativo a la calidad de vida y a los cuidados complementarios se ha cambiado muchísimo; hoy hay más demanda, más sensibilidad... Nada que ver», afirma.

En la oferta para la cabeza, por ejemplo, señala que hay un antes y un después. «Yo siempre digo que a finales de los noventa había fregonas, no pelucas, que eran pocas y tan caras como ahora», dice, especificando que si una de pelo natural cuesta hoy 1.200 euros, «entonces eran 1.000 euros». Eso, trasladado a la época, eran 166.300 pesetas; una cantidad prohibitiva para muchas. Ahora hay variedad tanto en sintéticas como en naturales y un surtido muy amplio de pañuelos y otros accesorios para cubrir una cabeza pelona. Por el día o por la noche, cuando Dios recomienda encarecidamente protegerse para preservar el calor. «Por la cabeza perdemos un 33%, pero no nos damos cuenta de la importancia del cabello hasta que lo perdemos», dice.

La segunda etapa profesional de Dios es prueba de otro gran cambio social en relación con el cáncer de mama: cuando ella lo tuvo lo habitual era llevarlo en secreto. Ahora se exterioriza y aunque en las consultas todavía no se trata de forma integral - «yo creo que debería haber psicólogo y nutricionista»- sí se entiende que el tratamiento ha de ir más allá de la quimio, radioterapia u otras. «Toda esa toxicidad se elimina a través de las uñas y de la piel, que pierde mucha grasa y agua. Yo no encontraba nada más que aceite de rosa mosqueta, que también era carísimo», recuerda, especificando que ahora hay líneas de cremas para dar a la cara y al cuerpo la hidratación que necesitan. «Y todo eso hay que completarlo con protección total. Siempre. Porque la quimioterapia es una medicación fotosensible, por lo que salen manchas con el sol», explica la experta. Y, dentro de lo básico, habría que añadir un aceite para evitar el agrietamiento de las uñas.

A nadie se le escapa que en los tumores de pecho hay otro aspecto que abordar, que es el día después a la mastectomía, con independencia de cuán conservadora sea . «Si no quieren hacerse reconstrucción, hay muchos sujetadores específicos, con una abertura para colocar la prótesis», concluye.