Las bibliotecas de Burgos resisten la competencia digital

ALMUDENA SANZ
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El conjunto de las municipales gana visitantes y sube en préstamos, mientras la Pública desciende ligeramente en ambos apartados

Las bibliotecas de Burgos resisten la competencia digital

Las bibliotecas mantienen su tirón entre la población, a pesar de la competencia de las plataformas digitales, a las que han convertido en aliadas. La memoria del año 2019 tanto de la Pública (San Juan) como de las municipales (Gonzalo de Berceo, Teatro Principal, María Teresa León y Miguel de Cervantes) refleja la confianza que los burgaleses aún tienen en estos centros culturales. Casi un millón de personas cruzaron las puertas de estos cinco espacios, la mitad lo hicieron en la Pública, aunque experimenta una ligera bajada, y el resto en las cuatro dependientes del Ayuntamiento, que en su conjunto incrementan sus visitas, gracias a la subida en las instalaciones del G-9 y del centro capitalino. 

La directora de la Biblioteca Pública, Carmen Monje, observa que esa caída de clientes (12.933 menos, pasando de los 542.936 a los 530.003) los obliga a acercarse más a la gente y hacer un esfuerzo de divulgación entre los asistentes potenciales. «Tenemos que ser capaces de hacer entender que una biblioteca no es solo una sala de estudio y hay una parte de la población que sigue pensando que es solo para los estudiantes. Es significativo que muchas veces nos llaman durante las vacaciones escolares para saber si estamos abiertos. Hasta que la sociedad española no se convenza de ese concepto, será imposible que la imagen cambie y esto no acaba de cuajar», expone resignada ante el que es uno de sus caballos de batalla. 

Mientras que el responsable de la red municipal, Juan Carlos Pérez Manrique, explica ese incremento (6.118 más pasando de los 463.331 a los 469.449) en un repunte en la tendencia progresiva a la baja en los anteriores ejercicios. 

«Hace unos diez años esos indicadores tocaron techo por lo alto y a partir de ahí se inició un leve descenso cada año hasta tocar suelo en relación al desarrollo de las nuevas tecnologías, acceso a plataformas de audiovisuales y de libros...», señala y atribuye esa subida de la curva al «papel esencial» de estos espacios en «una sociedad en la que la relación y la convivencia están tan arraigadas en la forma de vivir» y también a la condición de las bibliotecas como «lugares de distribución del conocimiento en un momento en que la sociedad está necesitada y deseosa de este y de información».

A pesar de esta reinvención que desde hace ya años experimentan las bibliotecas convertidas en centros culturales, el acceso en busca de material de distinta naturaleza para disfrutarlo en casa continúa siendo uno de sus principales atractivos. La cifra total de préstamos también dibuja una línea descendente en la Biblioteca Pública (pierde 4.203 hasta quedarse en los 189.901), mientras, de nuevo, es ascendente en el conjunto de las cuatro dependientes del Consistorio (gana 1.838 hasta los 211.658). 

'Pasan' de los DVD. Solo frente a la estantería de los vídeos han pasado más de largo sus usuarios. Durante 2019, se cogieron 2.169 menos de DVD adultos y 2.123 menos infantiles. Pérez Manrique tira de los mismos argumentos que para explicar el descenso de los visitantes: el desarrollo de las plataformas proveedoras de esos contenidos. «Pero las bibliotecas municipales, aparte de adquirir para su colección estos materiales, tienen el objetivo de poder disponer de otros ya no actuales pero indispensables en la historia del cine o de la música y no siempre al alcance de quien lo busca salvo en este tipo de colecciones. No tienen un público mayoritario pero deben de estar por su significado desde un punto de vista cultural», defiende. 

Su colega de las instalaciones gestionadas por la Junta arguye los mismos motivos para justificar ese ligero descenso, que, curiosamente, no afecta a los libros (registra 6.135 más respecto a 2018, si se suman los adultos, infantiles e institucionales, hasta alcanzar los 141.558).

Progresivo y esperado es el descenso de DVD, con un fondo muy seleccionado con cine de autor, independiente y difícil de encontrar en otras plataformas, y de discos. «La música se escucha de otra forma. Ahora hemos vuelto a comprar porque la gente lo pide». 

Las bibliotecas mantienen su tirón y demuestran día a día que son un agente social vivo y ese continuo movimiento las lleva a plantearse retos. Y estos se reducen a los mismos tanto en las dependencias municipales como en la de San Juan, de titularidad estatal y gestión autonómica. 

«Queremos seguir siendo un referente esencial como espacio cultural y de debate, además de mantener actualizadas las colecciones en cualquier tipo de soporte, desarrollar toda clase de actividades que estimulen el afán de saber y cumplir la misión esencial de distribución del conocimiento con la colaboración de todos los ciudadanos», se explaya Pérez Manrique y tiende la mano a todo el que tenga algo que aportar: «La biblioteca es su sitio, ahí tiene su espacio».

En ese mismo camino se encuentra la meta de Carmen Monje. «El reto sigue siendo hacer más participativa la Biblioteca. Queremos que la gente utilice nuestros espacios y que no nos equiparen con una sala de estudio, que también prestamos ese servicio, pero en un espacio determinado, no en todas las instalaciones», insiste sin tener todas consigo en la consecución de este objetivo.