José Ramón Remacha

El mirador diplomático

José Ramón Remacha


Euroorden

08/10/2021

El juez Llarena merece un aplauso y un reconocimiento por su constancia en el seguimiento de la Orden Europea de Detención y Entrega (OEDE) que puso en marcha hace varios años. El resultado de la acción de la justicia italiana en Cerdeña ha provocado reacciones de distinto signo. Preocupan las que son derrotistas. España no está haciendo el ridículo en esta empresa.

No vamos a entrar en las cuestiones de técnica jurídica que jalonan los argumentos de las partes, ni en las consecuencias de la consulta en ‘cuestión Prejudicial’, ni en el funcionamiento del Tribunal General de la Unión Europea, suerte de primera instancia en el procedimiento, y al que Isabel San Sebastián calificaba como órgano de resbaladizas funciones. Solo nos interesa la crítica constructiva.

Lo que ocurre es que el procedimiento de las euroórdenes está muy verde, a nivel europeo, como ocurre con muchas otras cuestiones del ambicioso proyecto que es la Unión Europea. Y es que como ya decían los fundadores del proyecto, Schumman y Jean Monnet, Europa se ha de construir paso a paso, con la voluntad de todos y fundándose en el Derecho, en una manera nueva de hacer normas y de aplicarlas. Exige constancia.

El invento de la OEDE tenía como objetivo sustituir al viejo procedimiento de la extradición. La suerte de ésta dependía del momento en que se encontraban las relaciones diplomáticas entre los Estados que suscribían el tratado de extradición. Unas veces funcionaba más o menos y otras se detenía en los pasillos de las cancillerías y ministerios de justicia de los gobiernos. Cuanto mayor era la carga política del sujeto a extraditar más lento y problemático era el proceso. Es obvio que el objetivo no se ha alcanzado. Pero no se puede culpar al promotor de la Euroorden de la lentitud del procedimiento. Al contrario, es correcta la insistencia porque de este modo con seguridad se abrirá una revisión del sistema y de sus fallos evidentes. 

Ninguno de los escollos que han surgido en Bélgica, en Alemania y ahora en Italia es insuperable porque está en juego la construcción europea. El juez Llarena es pionero en OEDEs de carga política como el presente caso. Misión difícil desde un principio pero no imposible, y sin duda responsable y meritoria.