Los nuevos giros y rotondas en el bulevar despiertan recelos

H. Jiménez
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Expertos y colectivos de movilidad admiten que los cambios previstos mejorarían la fluidez del tráfico, pero advierten de que rompe el diseño de los suizos Herzog y De Meuron y solo benefician a los coches

La infrautilización del carril bus es uno de los problemas que evidencia la avenida. - Foto: Alberto Rodrigo

El Ayuntamiento de Burgos confirmó la semana pasada su intención de transformar por completo la movilidad del bulevar del ferrocarril. Tras años de debate sobre el resultado de la avenida que diseñó el prestigioso estudio de arquitectura suizo Herzog&DeMeuron, la concejalía de Vías Públicas ha presentado un proyecto que plantea rotondas en las intersecciones con las calles Eduardo Ontañón, Juan de Garay, Casillas, la carretera de Cortes y la calle Madrid (aunque sobre esta última hay dudas).

Al mismo tiempo, se dibujan otros tres puntos donde se podría girar a la izquierda mediante la habilitación de un carril central de espera. Y finalmente, para rematar el cambio radical al bulevar, se apuesta por abrir la franja destinada a bus y taxi para su uso por parte de todo tipo de vehículos.

Estas intervenciones tendrían un coste estimado de 1,5 millones de euros y por ahora no han pasado de ser una propuesta de la concejalía de Vías y Obras, que depende del concejal de Ciudadanos Julio Rodríguez Vigil. Sin embargo, dado que los ‘naranjas’ han mostrado hace tiempo su disposición a acometer estos cambios no es ninguna quimera que puedan acabar concretándose.

A la vista de las importantes implicaciones que tendrán las rotondas o los cambios en los carriles, los expertos en urbanismo y movilidad empiezan a tomar posición al respecto y hay opiniones diversas, pero todas las consultadas por este periódico mantienen reticencias en mayor o menor grado.

Sergio Ibáñez, ingeniero de Caminos y profesor de la UBU, donde ha participado en varios estudios y propuestas sobre la implantación de un tranvía en la ciudad, subraya que su opinión «es claramente favorable a que se construyan algunas glorietas en dicha arteria. No deberían construirse muchas, esas 5 parecen razonables en cuanto a número y ubicación. Quizá la más interesante sería la del entronque con la calle Madrid, si es que por espacio se pudiese construir, que habría que estudiarlo. Las glorietas generan intersecciones que permiten cualquier giro y, en general, generan más fluidez que una señalización semafórica».

Sin embargo, cuestiona la ejecución de carriles adicionales de espera en la mediana para permitir giros. «Estos carriles, al estar en calzadas con doble carril (triple si consideramos el carril bici), por seguridad suelen requerir señalización semafórica, que hará menos fluido el tráfico, incluso comparado con el tráfico actual, ya que los semáforos deberán regular mayor cantidad de posibles maniobras».
Y finalmente, respecto a la apertura del carril bus al resto de vehículos, dice que «seguramente mejore la movilidad de la vía, haciendo más fluido el tráfico en general», pero añade que «iría en contra de la movilidad sostenible» porque la franja reservada a los autobuses evita que provoquen congestión de tráfico. «Depende de dónde queramos llegar como ciudad», resume, al tiempo que subraya que para potenciar el transporte público también debería aumentarse la frecuencia de los buses y recuerda que «las directrices europeas van en la línea de apoyar y promover la movilidad sostenible mediante transporte colectivo y con soluciones de movilidad personal no contaminantes».
Claramente crítico con los cambios planteados se muestra Javier Achirica, presidente del Colegio de Arquitectos. A su juicio, la implantación de rotondas «rompe el diseño con el que se concibió inicialmente el bulevar», y aunque facilitase giros a la izquierda o la agilización del tráfico «cambia totalmente el espíritu de los arquitectos que diseñaron este espacio, e igual permitir los giros no es una razón suficiente para hacerlo porque existe la posibilidad de dar un rodeo con el coche».
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