Un paraguas psicológico

B.D.
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La AECC prestó atención social y ayuda especializada a 243 pacientes de cáncer de mama el año pasado en la provincia

Un paraguas psicológico - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

El cáncer suele llegar como una avalancha a la vida de quienes lo sufren y su entorno. Su diagnóstico suele pesar como una losa y no es extraño que cuando una mujer es diagnosticada de cáncer de mama, viva una auténtica montaña de emociones. Y es que, más allá de la vertiente puramente física y médica, hay un factor psicológico que también tiene su peso. Lo saben bien en la AECC de Burgos, donde Inmaculada Martínez García, psicooncóloga, ayuda a muchas mujeres a afrontar mejor esta enfermedad, a que las pacientes aumenten sus niveles de autoestima y a manejar los cambios físicos y emocionales. Desde el año 1997, esta psicóloga clínica es su guía y apoyo en un proceso de adaptación a una situación que en la mayoría de los casos genera angustia, miedo, incertidumbre, rabia, preocupación, tristeza y dudas.

Su intervención arranca en el momento en que a una mujer la diagnostican un cáncer de mama. «Les acaban de dar la noticia y es lo que nosotros llamamos el primer impacto, que a nivel emocional es enorme. Hacen una barrera y ya no escuchan lo que les cuentan; se bloquean. En ese momento lo que la paciente hace es asociar la palabra cáncer a lo peor, a muerte. Y se ponen muy nerviosas», explica. Es entonces cuando Inmaculada deja un espacio abierto para dar validez a esas emociones y para que aireen sus sentimientos, al tiempo que comienza a explicar a la paciente cómo la van a ayudar.

A lo largo del proceso, el equipo de la AECC imparte técnicas de relajación para afrontar las pruebas (biopsias, resonancias, escáner...) y aborda el tema de los tratamientos activos, desde la cirugía, quimioterapia y radioterapia hasta la hormonoterapia. En el caso de la cirugía, por ejemplo, se trabaja el aspecto de la imagen corporal y cómo encarar una mastectomía. «Lo primero es ayudarles a que lo puedan aceptar, haciendo un duelo de su mama, para después recibir bien lo que está por llegar y dar un sentido de vida a esa cicatriz que va a quedar», relata.

La asociación entrega a las pacientes la prótesis de primera puesta (de algodón) y un cojín en forma de corazón que realizan las voluntarias para que, tras ser operadas, puedan apoyar el brazo. En el caso del linfedema, cuentan con grupos para la prevención y recuperación de la movilidad.

Un momento difícil suele ser el de la quimioterapia, fase en la que muchas mujeres muestran un miedo anticipatorio y donde el equipo psicológico trabaja los pensamientos irracionales. Es en este momento cuando también muestran su preocupación por efectos secundarios como el de la alopecia, ya que para muchas les supone un impacto grande. «Lo llevan muy mal. La alopecia es como que hay una evidencia de que estoy recibiendo un tratamiento. Suele costar, sobre todo a la gente más joven».

También se centran en las secuelas a largo plazo, pero también a preguntas relacionadas con la comunicación, el proceso emocional, las pautas de autocuidado, dudas a nivel laboral, económico, familiar o social. «Trabajamos la autoestima porque las pacientes pierden su vida, dejan de trabajar, no pueden ayudar en casa o jugar con sus hijos y se aíslan socialmente. Les influye el tema de la sexualidad, la relación de pareja porque tienen miedo a mostrar el cuerpo, tanto a su marido como a los hijos, y para ellas es un proceso importante porque primero tienen que aprender a mirarse ellas mismas para luego poderlo compartir. Es un proceso que en cada mujer es distinto», declara.

La edad en la que se produce el cáncer de mama también es clave a la hora de hacer frente a esta enfermedad. No es lo mismo una mujer joven, donde pesa la imagen corporal, que afrontarlo en una etapa madura o en la vejez.

El trastorno más común suele ser un trastorno adaptativo mixto, que se caracteriza por sufrir ansiedad y depresión. Lo más común es que las pacientes pidan ese apoyo psicológico al principio, cuando les acaban de diagnosticar y les dan el impacto de la noticia.

Inmaculada asegura que no todas las mujeres demandan apoyo psicológico y estima que un 30% de los pacientes oncológicos acuden a este servicio. El año pasado, la AECCen Burgos prestó atención a 243 mujeres con cáncer de mama en toda la provincia, a quienes se dio atención social y psicológica, ayudas económicas, préstamo de pelucas y de prótesis y la posibilidad de participar en los talleres de linfedema.

Inmaculada Martínez explica que es muy importante compartir todo el proceso con la familia (pareja e hijos) y normalizarlo. De hecho, el entorno familiar es clave a la hora de superar un proceso como éste. «Se puede ayudar de muchas maneras. Lo primero aceptando las emociones que ellas tienen y dejando que las exterioricen. Después, ayudándolas a pedir la información y siempre respetar la que pide la paciente, no la que la familia quiere saber», subraya esta psicooncóloga, tras reiterar que el acompañamiento es fundamental, tanto a la hora de acudir a los tratamientos y a las pruebas como emocionalmente. «Eso sirve mucho, que ellas vean que están arropadas. Es muy importante contar las cosas con naturalidad. Les enseñamos a que hablen de ello con normalidad», concluye.