Quince años tiene mi orquesta

ALMUDENA SANZ
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La Sinfónica de Burgos afronta su 15 aniversario satisfecha de sus logros y expectante ante el inicio de su decimosexta temporada

Quince años tiene mi orquesta

Quince años tenía el amor del Dúo Dinámico, que ha vivido una segunda juventud durante la alarma sanitaria, y los mismos cumple la niña de los ojos de la escena de la música clásica capitalina. La Orquesta Sinfónica de Burgos (OSBu) dio sus primeros pasos el 1 de noviembre de 2005 y su presidente, Enrique García Revilla, no quiere pasar por alto este aniversario. Planean un concierto para esa misma fecha, que, además, cae en domingo, día habitual de celebración de las actuaciones de la formación, pero es cauto por la incertidumbre que rodea a la decimosexta temporada (el director, Iván Martín, está trabajando en ella). Unos interrogantes que desaparecerán según se acerque el otoño. Mientras tanto, el portavoz del conjunto se presta a echar la vista atrás. Y ahí no hay vacilación que valga. 

«Comenzó como un proyecto modesto y desde entonces hasta ahora ha ido creciendo, en calidad y en ambición. Tuvimos un primer director titular, Javier Castro, que dejó la orquesta funcionando y subiendo con una filosofía de invitar a directores importantes y solistas de renombre, y con el segundo, Iván Martín, dimos un paso adelante, subimos un escalón arriba, y es una formación que ya tiene un nombre, con un eco en este mundo, con una posición muy digna en la segunda línea nacional», defiende García Revilla y sostiene que hasta ahora han cumplido todo lo que se han propuesto. El secreto está en no ansiar imposibles: «La orquesta sigue su camino y no hace cosas que estén fuera de su alcance. Crecemos, pero sin saltarnos etapas». 

Otra cosa, apostilla, es lo que desearían. Claro que querrían contar con más presupuesto (ha variado en estos años, pero está entre los 120.000-150.000 euros), aunque se antoja difícil por la crisis actual ya que dependen del Instituto Municipal de Cultura (IMC), y elaborar programas más ambiciosos con más músicos (la cifra en cada concierto va en función del repertorio), aumentar el número de actuaciones, salir a tocar fuera de Burgos y hasta estrenar la ópera El mozo de mulas, de Antonio José, en versión teatralizada para completar la de concierto que llevaron al escenario hace tres años (no descartan, como hicieron en aquella ocasión, recurrir a patrocinios privados, pero saben que es difícil). 

Por soñar, que no quede, pero sin obsesionarse. Lo importante, puntualiza, es que los pasos dados sean hacia adelante. Y, eso, considera que siempre ha sido así. «Cada concierto es un pelín mejor que el anterior y es una forma muy buena de seguir avanzando», ilustra al tiempo que espera que pueda seguir siendo así. 

Cruza los dedos porque el panorama que dibuja el coronavirus es preocupante. Sabe que los afectará y que deberán extremar las medidas de seguridad, tanto en los ensayos como en los conciertos. «Será todo muy complicado. Hay que mantener distancias en el escenario, los músicos de viento no pueden llevar mascarilla y deberán separarse más, además de ser menos. Todo influirá», aventura convencido de que prima la seguridad, pero también de que la música continuará y de que a la OSBu le quedan muchos años por sumar.