La huerta, al servicio de los abuelos

Alejandra G. Feijoo
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Las personas de la tercera edad han podido seguir disfrutando también durante el confinamiento de las parcelas cedidas por el Ayuntamiento. Se han establecido tres turnos para evitar el riesgo de contagio

Araceli cuidando de sus plantas. - Foto: Patricia González

Ha llegado el momento más esperado para los hortelanos que llevan largos meses cuidando de su parcela. Las semillas comienzan a dar sus frutos y la recogida cada vez está más cerca. Los huertos de ocio de la ciudad no han cesado su actividad ni en los meses de confinamiento, en los que los abuelos han podido evadirse de la alarmista situación en los cincuenta y cuatro metros cuadrados de tierra de los que se han adueñado a través de una convocatoria pública. De hecho, es el único servicio municipal que mantuvo su actividad esta primavera al considerar las medidas oportunas que permitiesen no tener que abandonar el trabajo realizado en el campo. Se trataba de una época crucial en la que hay que preparar la tierra para la siembra o plantación de los productos de temporada, y de no haberlo hecho las pérdidas hubiesen sido totales. 

Gracias a la oportunidad que les blinda el Ayuntamiento, nueve decenas de burgaleses de la tercera edad se pasean a diario por la finca de Soto de Don Ponce con una energía envidiable. Cada uno de ellos decide qué desea plantar y con qué técnicas, unas heredadas de haber observado desde pequeños a sus progenitores en las huertas de los pueblos y otras nuevas que aprenden en Internet o de su compañero de parcela. Los vínculos que se crean entre los participantes de esta iniciativa van más allá de la rutina que gira entorno a la agricultura, que sin duda les une de una manera especial, pero que continúa también después de abandonar las azadas, los rastrillos y las regaderas. 

Por encima de hacer florecer los frutos, en la actualidad, las personas mayores tienen como primera necesidad evitar al máximo posible el riesgo al contagio. Para ello, han establecido tres turnos excluyentes que permiten organizarse de tal manera que no tengan que coincidir al mismo tiempo ni en las puertas ni en los espacios comunes. Además, aprovechan la parada del medio día para desinfectar la zona y cada titular cuenta con sus propias herramientas en vez de tener que compartirlas. 

Uno de los objetivos perseguidos por los promotores es fomentar la creación de huertos ecológicos. Productos químicos, fertilizantes, plaguicidas u otros no compatibles con los criterios de agricultura sostenible están totalmente prohibidos. «Estamos concienciados con las buenas prácticas ambientales de cultivo y enseñamos a los hortelanos a gestionar los residuos. El agua para poder regar, por ejemplo, lo tienen que extraer ellos mismos del pozo. Es una manera de recuperar las costumbres de la agricultura tradicional», explica el técnico Juan José Saiz. 

HUERTOS SOCIALES. Los únicos requisitos para poder solicitar una plaza -cuya convocatoria se renuevan cada dos años- son ser jubilado o pensionista mayor de 60 años (o bien de 55 y encontrarse en paro desde hace más de un año), no realizar actividad económica remunerada alguna y estar empadronado en la ciudad. Condiciones que cumplen casi un centenar de hortelanos entre los que se encuentra Enrique Saiz, de 72 años de edad, Araceli Espinosa, de 89, o Enrique Adán, recién jubilado y novato en los huertos que en su primer año   ha plantado todo lo que estaba a su alcance. Puesto que la comercialización de los frutos que cultivan no está permitida, reparten las hortalizas y las frutas entre sus hermanos y sus nietos. Enrique Saiz reconoce que como más aprende es con «la sabia de los antiguos», como de Espinosa, una de las quince mujeres que cultivan en la finca y que lleva renovando su plaza desde el 2009, año en el que se inauguró el servicio. Los tres coinciden en que encuentran aquí una paz inigualable a cualquier otra actividad y de la que agradecen hacer ejercicio y sentirse productivos.

Entre los 14.400 metros cuadrados de la finca también hay espacio para parcelas reservadas a las hijas de la caridad, así como para el Centro de Integración Social. Los productos extraídos de estas tierras los cocinan en sus comedores o los emplean con fines sociales. Debido al éxito indudable de la iniciativa de los huertos de ocio -en la última convocatoria quince personas no consiguieron su plaza-, el Ayuntamiento está haciendo un plan para abrir otro homólogo en Fuentecillas. En esta modalidad abrirá sus puertas a interesados de todas las edades, con la intención de promover las actividades agrícolas también entre los jóvenes.