María Vélez

Plaza Mayor

María Vélez


Otoño

28/09/2021

El otoño no lo tiene nada fácil. Nadie celebra ni su llegada ni su marcha. Cuando aparece los días encogen pero se hacen más largos y cuando se va, nadie se para a pensar que era mejor que lo que viene. El paso del otoño al invierno es mudo, pero a esta época del año le pitan los oídos antes de presentarse. Tiene mala fama porque deja atrás el veraneo. Sin embargo, es la estación que marca las nuevas temporadas. Y, solo por eso, tiene un pase. 

La televisión, la abierta y la de pago, renueva contenidos; los calendarios académicos imponen orden en el caos; las ligas regulares regresan como salvavidas del entretenimiento del fin de semana y el tiempo desapacible invita a más planes caseros: mi casa, mi castillo. Ahí viene el problema. Uno coge su pequeña mansión con cariño pero también es consciente de que el otoño marca el inicio de la época hogareña a rabiar.

Porque, seamos serios, lo de salir al monte a disfrutar de los ocres y los rojizos está muy bien en su justa medida; el plan de buscar setas, lo mismo; y lo de disfrutar de la lectura al calorcito, pues también funciona en verano y al aire libre. Al menos por ahora el que quiera puede consumir dentro de un bar. Porque la vida en las terrazas, de Madrid para arriba, por mucho que en Europa esté a la orden del día, no es lo mismo con vientos como los de Burgos.

Con todo, el otoño es perfecto para marcarse la nueva temporada a nivel personal. El año no acaba en el tercer trimestre, sino que empieza. Es el tiempo de los propósitos, el momento adecuado para motivarse por paradójico que suene.

Para buscar, arrancar y disfrutar aquello que a uno le apetece. Vuelve además el margen que dan las extraescolares en los colegios, en los mismos espacios, por cierto, en los que el horario lectivo exige las medidas de hace un año. Pero el análisis de la uniformidad de criterios en los protocolos, en este y otros ámbitos, da para otra columna. 

ARCHIVADO EN: Burgos, Madrid, Televisión, Verano