El campo se planta ante la crisis de los precios

L.M.
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Agricultores y ganaderos están hartos de soportar altísimos costes de producción y vender sus cosechas o animales a precios que llevan sin actualizarse 20 años. Y han dicho basta

El campo se planta ante la crisis de los precios - Foto: Alberto Rodrigo

En muy contadas ocasiones han dado una voz más alta que la otra. Sus reivindicaciones, que vienen de largo, siempre se quedan en conversaciones a pie de rastrojo o de barbecho. Durante años han soportado esa fama infundada de tacaños que tienen por recibir ayudas para paliar su precario modo de vida, uno de los factores que más ha influido para que hoy esté en boca de todos eso de la España Vacía. Su forma de ganarse el pan (y nunca mejor dicho), del que se benefician a diario millones de personas en toda España, ha dejado de ser un centro de atracción de habitantes hacia el medio rural para verse como un oficio anclado en el tiempo y destinado a un estrato marginal de la población.
Pero se han cansado y han decidido quejarse y salir a la calle.En esta ocasión en serio, no con ínfulas ni medias palabras, sino con hechos, datos comprobables y muchas, muchas ganas de hacerse ver y oír.El pasado 30 de enero llenaron varias de las principales calles de Burgos medio millar de agricultores y ganaderos, una convocatoria que se repite de manera sistemática en cada rincón del país. «No lo hacemos por nosotros, que tenemos ya una edad, sino por las generaciones que vengan. Hoy en día los jóvenes agricultores existen porque están sus padres por detrás apretando», lamenta Juan José Hortigüela, vecino de Villamiel de Muñó y propietario de una explotación de terneras, que complementa con el cultivo de unas cuantas hectáreas de cereal y pasto. «Tampoco van a las manifestaciones», replica José Antonio Alonso, agricultor y ganadero de Villamayor de Treviño.
Su principal reivindicación, como la de los cientos de miles de colegas de profesión, es que al aumento progresivo durante las últimas dos décadas de los costes a los que tienen que hacer frente no se ha visto correspondido con un incremento del precio de venta del cereal, las hortalizas o los terneros o vacas que producen. «El problema es que hace 20 años se compraba con un kilo de trigo uno y medio de abono. Ahora ni con dos de trigo te llega», denuncia José María Bermejo, agricultor de Cavia. «Hasta ahora hemos aguantado porque se ha pasado de producir 3.000 kilos por hectárea a 5.000, pero hoy en día es imposible que la tierra dé más», aseguran.Mismo problema tienen en la ganadería; una vaca solía producir una media de 3.000 litros de leche cada año, una cifra que en algunos casos se ha cuadriplicado y, sin embargo, no es rentable. Únicamente para cubrir costes (abono, mineral, fungicidas...) se requiere, como mínimo, un saldo de 4.000 kilos por cada hectárea en su comarca. «Como vengan un par o tres de años malos van a aguantar solo los que tengan muchas tierras», pronostica Hortigüela, que calcula que de haber aumentado el precio del cereal al mismo ritmo que el nivel de vida «hoy lo estaríamos cobrando a 60 pesetas en vez de a 31».

 

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