Historia de un viejo bibliobús convertido en 'escape room'

ALMUDENA SANZ
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La Asociación Provincial de Libreros y el Centro Coordinador de Bibliotecas dan una segunda juventud al autobús que acaban de jubilar, que volverá a las plazas de los pueblos con un misterio por resolver protagonizado por un impresor

Ajo Taller de Arquitectura se ha inspirado en el interiorismo de los años sesenta para acondicionar el vehículo como una habitación de escape. - Foto: Valdivielso

Si hubiera tenido pies en vez de ruedas, se habría puesto a bailar en cuanto supo que su jubilación como bibliobús se aplazaría e incluso viviría una segunda juventud. Después de veinte años y alrededor de 700.000 kilómetros ya se había hecho a la idea de que acabaría en el desguace, de que ya nunca más escucharía las historias de los pocos habitantes que quedaban en los pueblos y los comentarios sobre los libros que cogían de sus estantes cada tres semanas. Se equivocaba. La Asociación Provincial de Libreros y el Centro Coordinador de Bibliotecas tenían una sorpresa para él. Tocaron a ese viejo vehículo con su varita mágica para convertirlo en una habitación de escape (escape room). Volverá a circular de plaza en plaza y a sortear los baches de las maltrechas carreteras burgalesas con un misterio en su interior. El que deberán descubrir los valientes que se adentren en él. Una vez que se cierre la puerta, tendrán que resolver una serie de pistas para que se vuelva a abrir. 

Su nuevo morador es un impresor itinerante que recorre la provincia, acompañado por un ayudante y su hija, presto a dar servicio a los lugareños, mientras prosigue con una investigación secreta que nadie conoce. He ahí el enigma. 

Detrás de esta historia se encuentra Parafernalia, que también guiará a los participantes, mientras que de la ejecución artística se ha encargado Ajo Taller de Arquitectura, las mismas firmas de la exitosa y efímera Si hubiera tenido pies en vez de ruedas, se habría puesto a bailar en cuanto supo que su jubilación como bibliobús se aplazaría e incluso viviría una segunda juventud. Después de veinte años y alrededor de 700.000 kilómetros ya se había hecho a la idea de que acabaría en el desguace, de que ya nunca más escucharía las historias de los pocos habitantes que quedaban en los pueblos y los comentarios sobre los libros que cogían de sus estantes cada tres semanas. Se equivocaba. La Asociación Provincial de Libreros y el Centro Coordinador de Bibliotecas tenían una sorpresa para él. Tocaron a ese viejo vehículo con su varita mágica para convertirlo en una habitación de escape (escape room). Volverá a circular de plaza en plaza y a sortear los baches de las maltrechas carreteras burgalesas con un misterio en su interior. El que deberán descubrir los valientes que se adentren en él. Una vez que se cierre la puerta, tendrán que resolver una serie de pistas para que se vuelva a abrir. 
Su nuevo morador es un impresor itinerante que recorre la provincia, acompañado por un ayudante y su hija, presto a dar servicio a los lugareños, mientras prosigue con una investigación secreta que nadie conoce. He ahí el enigma. 
Detrás de esta historia se encuentra Parafernalia, que también guiará a los participantes, mientras que de la ejecución artística se ha encargado Ajo Taller de Arquitectura, las mismas firmas de la exitosa y efímera escape room que acogió el templete del Espolón en la última Feria del Libro. 

Andrea Mediavilla, Carmen Francés, Álvaro Manso y Santiago Rojo ( de i. a d.) posan en el exterior del autobús.Andrea Mediavilla, Carmen Francés, Álvaro Manso y Santiago Rojo ( de i. a d.) posan en el exterior del autobús. - Foto: Valdivielso

Ambiente en el que abstraerse. "Hemos querido generar un ambiente conceptual en el que te abstraigas, que conseguimos a través de la utilización de solo dos colores (rosa y verde) que ayudan a meterse en el relato", explica Carmen Francés, miembro de Ajo, ante la mirada de su compañera Andrea Mediavilla. Ambas se han inspirado en el interiorismo de los años sesenta, sus colores, sus formas y sus objetos (de segunda mano), que se ponen al servicio de las pruebas. 

La vetusta figura del vehículo ya asegura el inicio de una aventura al participante, se dirige tanto a niños como a adultos, dependiendo de la ocasión. Sube las escaleras y, aun sin someterse al juego, advierte que accede a un sitio mágico. Una gran jaula sin pájaros, un teléfono sacado de Cuéntame, botes de caramelos, una eterna Olivetti, viejas fotografías de lugares y personajes de leyenda como Cernégula o el Sacamantecas, frases sugerentes y de cuento que qué esconderán (Como era habitual cuando visitaba un pueblo...)... Érase una vez un secreto de autobús. 

El presidente del gremio de los libreros, Álvaro Manso, explica que la idea es sacarle el máximo rendimiento posible. Aunque el estado de alarma por el coronavirus va a posponer su puesta en marcha, la idea es que pase de pueblo en pueblo, aparque en un colegio para realizar una actividad escolar y luego siga con el freno echado e invite a todas las personas con curiosidad por conocer al enigmático impresor. 

El interior guarda un puñado de secretos por desvelar. El interior guarda un puñado de secretos por desvelar. - Foto: Valdivielso

Esta iniciativa, enmarcada también en el programa Lebhur, continúa con la misión del bibliobús de fomentar la lectura en el medio rural, pero también aparcará a orillas del Arlanzón. Veremos cuándo. Este jubileta tiene aún muchos kilómetros que contar.