El feminismo de Burgos alcanza otro hito por la igualdad

G.G.U.
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Más de 9.000 personas de todas las edades acudieron ayer a la manifestación, superando la histórica cifra del año pasado. La plaza del Cid tardó tres cuartos de hora en desalojarse

El feminismo de Burgos alcanza otro hito por la igualdad - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Volver a sacar a la calle a las 7.500 personas del histórico 8 de marzo de 2018 se hubiera considerado un éxito, pero superarlo y convocar a más de 9.000 manifestantes, según la Policía Nacional, es otro hito para el feminismo burgalés, que ayer demostró lo que tantas veces han afirmado sus portavoces en ruedas de prensa: «Si se tocan los derechos por los que tantas mujeres han luchado durante tantos siglos, nos encontrarán enfrente». Y con ellas, a gran parte de la ciudadanía, que ayer volvió a reivindicar a gritos avances reales en materia de igualdad, y no solo sobre el papel de los grandes planes: en el día a día.

«Estamos aquí porque queda mucho por hacer: hay que trabajar en violencia de género y en educar en igualdad, que es la clave de todo», afirmaban un grupo de chicas de unos veinte años mientras esperaban a que la manifestación arrancara del Cid; algo que sucedió a las 20.00 horas en punto y se prolongó durante los 42 minutos siguientes, hasta que a las nueve menos cuarto la policía pudo volver a abrir de nuevo al tráfico la plaza.

Caminando y bailando por la calle Vitoria había miles de mujeres de todas las edades, pero también hombres y niños. De hecho, las familias con los menores más pequeños, los cochecitos y sillas con bebés, decidieron cerrar la comitiva para poder moverse con menos agobio para sus criaturas, muchas ataviadas con banderines, pancartas y con la cara pintada.

La cabecera, en cambio, estaba muy organizada o, al menos, se hizo todo los posible por organizarla. Altavoz en mano, integrantes de la Asamblea Feminista repetían una y otra vez el orden de salida: «Primero, el bloque no mixto; segundo, mujeres y trans; tercero, colectivos feministas; cuarto, las chicas de la batucada; quinto, el bloque liberal; sexto, colectivos mixtos; y luego, sindicatos», señalaban, mientras las aludidas se iban posicionando al comienzo del Espolón, en el espacio comprendido entre el Teatro Principal y la Diputación.

A partir de ahí, la manifestación se convirtió en una fiesta en la que el mensaje, en ocasiones tan duro como real, no impidió que la marcha se celebrara en un ambiente muy distendido. Así, consignas como «No estamos todas, faltan las asesinadas», «Disculpen las molestias: nos están asesinando», «Tranquila, hermana, aquí está tu manada» se acompañaron de bailes, palmas y los redobles del grupo de batucada, cuyas integrantes vestían camiseta morada y el mensaje«Sin miedo a la libertad».

Pasadas las 21.10 horas,  cuando la cola de manifestantes acababa de despejar la calle Vitoria en dirección a la calle San Lesmes y San Juan, llegaba la cabecera por el Espolón a la Plaza Mayor. Allí se congregaron los miles de asistentes, para aplaudir la lectura del manifiesto, a pesar de que no desde todos los puntos se escuchaba bien. «¿Que qué queremos? Todo, y por eso este movimiento es imparable», gritaban desde el escenario el grupo de mujeres que hicieron público el alegato de este 8-M: el fin de las violencias machistas, el cierre de los centros para extranjeros, el aborto como derecho que se practique en los hospitales públicos y otras tantas demandas, que terminaron con un aplaudido «frente a la violencia patriarcal, ¡autodefensa feminista!».