El Burgos CF ya tiene nuevo nueve. Espigado y fuerte, pero falto de gol últimamente: 13 tantos en cinco años. «No mejora lo que tenemos», opinaba aquel; «es mejor jugador de lo que sus datos dicen», respondía otro al poco de confirmarse su cesión desde el Mallorca.  

Álex Alegría llega a El Plantío con más de 150 partidos entre Primera y Segunda y de su rendimiento dependerán gran parte de las opciones de salvación de un Burgos que tras 20 años ha vuelto al fútbol profesional. Para quedarse.

«Buen fichaje», me escribió, al enterarse, un buen amigo sportinguista, el mismo que un año antes se sorprendía de que Saúl Berjón eligiera Burgos. «Igual anda cascado, pero ese tío juega», decía entonces -mitad de septiembre- del asturiano, héroe blanquinegro meses más tarde en el Francisco de la Hera.

Álex espera recuperar aquí el olfato que tantas alegrías dio en la 2015-2016 al Numancia, invicto cuando el ‘9’ marcó: 6 victorias y 5 empates gracias a sus 12 dianas en 41 partidos con Jagoba Arrasate. Registros que le abrieron las puertas de la élite: Betis, Levante, Rayo y Mallorca.  

Precisamente el técnico vasco le dijo hace días a Michu que el Burgos este año era «el último en el draft a la hora de escoger». Una frase que al director deportivo le marcó. Desconozco si el punta extremeño era la primera opción, pero el ataque blanquinegro suma con él y de sus virtudes se beneficiará, por ejemplo, Juanma, gris en El Molinón. 

«Casi siempre he preferido jugar con otro delantero por un tema de libertad de movimientos. Normalmente soy el que fija y atrae a la defensa para que otro aproveche el espacio», decía Álex Alegría hace unos meses, cuando no veía puerta en el Zaragoza. Tiene todo el año para desquitarse. Entre tanto, a mí, como diría la canción, «déjame que descanse un rato al sol, déjame vivir con Alegría...».