La cadena alimentaria está sometida a un gran «estrés» con la pandemia y sus efectos colaterales de confinamientos, falta de suministros e interrupciones en los suministros, lo que está provocando «distorsiones» en la calidad y seguridad alimentaria. La exigencia de inocuidad de los alimentos y, a la vez, de suministro de los mismos son cada vez más extremas para las empresas del sector y «puede provocar que los riesgos sanitarios aumenten si no hay un control adecuado».

Así lo advierte Luis María Gallego, gerente de la empresa burgalesa Analiza Calidad y que ha sido reelegido para un cuarto mandato como presidente de la Asociación de Consultores y Formadores de España en Calidad y Seguridad Alimentaria. Acofesal es la patronal de referencia del sector de la consultoría agroalimentaria y reúne laboratorios, empresas del sector servicios, de plagas, certificadoras de productos y sistemas, entre otras.

Gallego asegura que la producción alimentaria es hoy «más delicada» y pone más en jaque la seguridad alimentaria. Y no solo en la industria productora sino en un sector hostelero, «que debe regirse por unas estrictas medidas sanitarias» aunque se vea obligado a ceses de actividad o reducción de clientelas, e incluso al suministro a domicilio con la proliferación del comercio electrónico. «El efecto del cierro-abro genera unos problemas muy importantes de seguridad alimentaria y un estrés añadido al complejo sistema de producción de alimentos».

(Más información, en la edición de papel de hoy de Duiario de Burgos)