«Es un optimista. Por eso sabía que podía contarle todo»

A.G.
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Lourdes Matilla tiene un papel en el que ha apuntado los nombres de una veintena de amigos que le apoyaron durante su enfermedad, entre ellos Borja, uno de los que más le hizo reír cuando las cosas se pusieron muy negras

Lou se apoya en su amigo Borja como lo hizo en los tiempos en los que tuvo cáncer de mama. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Como Lourdes Matilla se ríe siempre y de todo con ese rostro suyo que parece estar diseñado para la alegría, seguro que no le importa nada que su historia recuerde, siquiera levemente, al título del libro de Guillermo Fesser sobre su mágica asistenta Cándida, Cuando Dios aprieta, ahoga pero bien. Y es que es una frase magnífica para definir el momento que esta mujer vivió cuando en 2015 se notó un bulto en el pecho y estuvo segura de que era cáncer de mama incluso antes de que el ginecólogo le diera el diagnóstico, porque solo habían pasado cuatro años desde que se quedara viuda y con una niña pequeña a su cargo. Mucha tela que cortar para una joven que no había cumplido los cuarenta y que vivía a bastantes kilómetros de su familia.

 Ante semejante naufragio, los amigos fueron la balsa a la que se aferró con uñas y dientes. Esta técnica de radio -el alma de Onda Cero Burgos- llega a la entrevista con Borja Sánchez, al que conoce desde hace más de veinte años y que en los peores momentos del proceso le llevaba a comer hamburguesas y convertía las experiencias más difíciles en explosiones de carcajadas, y trae en el bolso un papel en el que aparecen anotados los nombres de los 20 amigos que estuvieron junto a ella. Porque no se quiere olvidar de nadie. 

«Yo tuve muy claro desde el principio que iba a estar a su lado, primero porque su familia no estaba en Burgos, y después, porque conocía todo el proceso que había pasado con Carlos, su marido, y entendí que había que volcarse», explica Borja. «Con él fue con quien más me abrí -recuerda ella- aunque todo el mundo estuvo ahí para acompañarme a las pruebas, a los ingresos, para llevarme a Urgencias cuando las cosas se ponían mal y hasta para hacerme la compra y cualquier cosa que necesitara. Recuerdo que en una ocasión llamé a un amigo para que me ayudara -porque yo no podía- a subir las maletas a casa después de haber venido de mi pueblo y se presentaron cinco. En este sentido, fui una afortunada todo el tiempo».

La evocación de aquellos malos tiempos fluye en la conversación con mucha normalidad y así, con sus protagonistas sin dejar de sonreír y hasta de carcajearse con una complicidad fruto de dos décadas de amistad, esos días no parecen tan horribles. «Fue una paciente buena a pesar de que tuvo todos los miedos y siempre se ponía en lo peor. Por eso yo siempre le pedía que, por favor, no sufriera antes de saber las cosas, que ya habría tiempo de llorar. Pero era mi papel escuchar sus malos pensamientos, ya que ante su familia prefirió estar más entera para no preocuparles demasiado», rememora Borja.

«Él es siempre optimista y yo por eso sabía que podía contarle todo porque aunque yo vea las cosas negras él consigue darles la vuelta», añade Lou. La mejor baza para eso fue todo el tiempo el sentido del humor: «Es que yo soy muy payaso de manera natural así que imagínate, ella me decía toda acongojada 'me van a quitar el pecho' y yo le contestaba, 'quítate los dos y te pones unas tetas nuevas y con una talla más». Desde luego con ese mensaje es difícil no troncharse, como el día que Borja acompañó a Lourdes a comprar la prótesis del pecho: «Al final, hasta la chica de la tienda acabó riéndose. Borja siempre me ayuda con mis inseguridades, que después del cáncer me han quedado muchísimas, porque lo ve todo de otra manera».

Matilla afirma, rotunda, que lleva seis años viviendo, «que no sobreviviendo», pero que ha necesitado quitarse de encima ese miedo que es tan comprensible. «Ahora ya está, aunque reconozco que cada vez que llega una revisión tengo un cierto respeto. Por eso es tan importante tener a los amigos cerca, yo diría que mi lema sería 'ponga un Borja en su vida».