El reflejo del entorno desde su objetivo

I.M.L.
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La reciente Premio Nacional de Fotografía 2019, Montserrat Soto, es una vecina más de Gumiel de Izán pero su trabajo retrata el mundo y sus cambios sociales, la relación con el paisaje o el círculo artístico

Montserrat Soto en uno de los rincones de su estudio, en su casa de Gumiel de Izán.

Un lugar tranquilo y con espacio. Eso es lo que buscaba Montserrat Soto para seguir desarrollando su investigación y creación artística. Esa necesidad, la casualidad y las raíces familiares confluyeron para que esta barcelonesa, "hija de la inmigración" pero con "el árbol genealógico ubicado aquí", recalase en una casa de doble planta, en lo que se podría calificar como el extrarradio de Gumiel de Izán, donde la tranquilidad no se busca, casi te asalta. Una vivienda restaurada que conserva el encanto rural y en la que ha sabido ganar todo el espacio posible a los tabiques para llenarla de luz y rincones donde dar forma a sus trabajos.

Nos recibe sin ceremonias, como si nos conociese de toda la vida, con esa seguridad que da el hecho de haber interiorizado experiencias dispares en los puntos más diversos del planeta. Rodeada de libros, con parte de su obra almacenada en una estancia separada de la vivienda, y con un espacio de trabajo donde reina un particular caos salpicado de detalles personales. Con un talante que invita a la charla tranquila, sin el agobio del reloj, nos ubica en su salón frente a la chimenea apagada a la espera del rigor del invierno castellano. 

Su mudanza Gumiel de Izán nunca le había provocado preguntarse el porqué. "Ahora me lo estáis preguntando mucho y lo he pensado", confiesa, y se autoresponde con tres circunstancias que coincidieron en el tiempo: la necesidad de espacio para trabajar y el aislamiento necesario para pensar, que estaba trabajando en una investigación sobre las periferias y "era una conclusión lógica elegir el lugar donde tu quieres vivir", y las raíces familiares. "Buscaba algo cerca a Madrid o Barcelona y Gumiel me encajaba. Un día llegué aquí y una prima me sugirió esta casa. De primeras, dije que no, que Gumiel no, pero entré aquí y, de repente, me atrapó", rememora sincera, sin esconder el alivio que le provoca que vaya a llegar la banda ancha a Gumiel de Izán, herramienta imprescindible para su trabajo.

Ahora es una gomellana más, lleva una década compartiendo estas calles ribereñas con sus vecinos, incluso va a jugar la partida cuando para por estos lares y participa en las reuniones extraordinarias que se convocan cuando hay eventos especiales, como la Fiesta de la Vendimia, para colaborar como uno más en el engalanamiento del entorno.

Ella estudió Bellas Artes, apuntando hacia la pintura, pero los últimos años de carrera se cruzó en su camino la fotografía y la videocreación, y ya no la ha abandonado. Tuvo otra etapa profesional antes de dedicarse al arte, "empecé tarde a trabajar en esto, con 30 años" comenta, pero desde entonces ha sido fiel a su forma de expresión plástica, con una ineludible, necesaria y profunda labor de investigación para primero conocer, entender y, después, mostrar sus conclusiones e invitar al espectador a que entre en su mundo.
premio por sorpresa. Desde que se hizo público que era la flamante ganadora del Premio Nacional de Fotografía 2019 por toda su trayectoria, ha salido del anonimato para el público en general en la comarca, donde pocos sabían de su residencia en la villa gomellana. "A mí me extrañó que me diesen el premio, no sabía ni que tuviera posibilidades de nada. Por el momento ha sido todo prensa, todo llamadas, muchos amigos,...", resume su sorpresa y sus primeras consecuencias, porque a medio o largo plazo aún está expectante de lo que supone ostentar este galardón. "No sé lo que supone, ya te lo diré, de momento solo es prensa, prensa, prensa... Ahora, supone sobre todo lo que es la parte económica, que me va a permitir trabajar sin estar presionada. Esto es para mí lo más importante, porque tengo varios proyectos en los que voy a poder avanzar un poco más", reconoce, ya que además del prestigio, el premio trae de la mano 30.000 euros.

Sin embargo, no siente que esta distinción le vaya a cambiar. De hecho, no se considera ejemplo de nada, ni punta de lanza de la visibilización de la mujer en la sociedad, y más si vive en el entorno rural, como es su caso. "Ahora están buscando mujeres por todos los lados y somos cuota. La segunda mujer en tres años que lo consigue, ¿y en los 30 años anteriores qué? ¿Hay un promedio de 5 mujeres por cada 25 hombres, y así hasta que lleguemos al empate?", comenta escéptica.
EL ENTORNO. La forma de trabajar de Montserrat Soto se mantiene casi invariable desde los inicios de su carrera artística. Invariable en el método pero mutable en el resultado. Ella ‘practica’ una fotografía que no tiene nada que ver con lo que otros fotoperiodistas pueden hacer, con una fundamental carga artística y de investigación previa. "Yo creo que la fotografía es el reflejo del entorno, si haces fotos ocasionales nada más te aburres; estamos en un momento en el que todo es imagen pero como artista o persona que trabaja con algo tienes que enriquecerte con lo que haces, de hecho, de las primeras anotaciones a la mitad de una investigación te das cuenta de lo ingenua que eras y cuando acabas este tipo de trabajos ya no eres la misma, has cambiado en la totalidad, de manera de pensar, de ver", resume lo que puede ser el resultado de su trabajo a lo largo de años.

Su obra se articula en series y sigue dos líneas distintas de investigación. Una de ellas gira en torno a los espacios del arte, "una reflexión sobre cómo se mueve el entorno, todos los protagonistas en el mundo del arte, desde el artista hasta los coleccionistas, los museos... he trabajado en este tipo de entornos para entenderlos y ya los he entendido", considera. Un trabajo en el que llegó a visitar 60 casas de 60 coleccionistas de América del Sur, América del Norte y Europa, lo que da una medida de la magnitud de sus investigaciones.

Esta labor transita ahora por los derroteros de internet en el mundo del arte, donde se plantea múltiples preguntas cuyas respuestas, al final, plasmará en formato visual. "Qué es la autoría, que está modificándose en su totalidad, ahora autor es todo el mundo al entrar en internet; qué es la memoria en internet, donde la objetual desaparece", se plantea.

Junto a esta línea de investigación está la del paisaje a través del viaje, que mantiene abierta desde hace años. "Mirando para atrás, he desarrollado lo que son los paisajes en los que te enfrentas a ellos porque son muy abruptos, muy cercanos pero muy lejanos, donde te sientes como ser de alguna forma, y he ido evolucionando hasta este momento en el que estoy haciendo las periferias de las grandes ciudades, visitando algunas muy diversas como Damasco, Namibia, Marruecos, Mauritania, Madrid, donde empecé, Nueva York, donde he vivido algún tiempo, La Habana, Sao Paulo o Caracas", relata. En estos viajes ha buscado las soluciones que se daban a los problemas que surgen en las grandes urbes, cada una en su contexto y con sus particularidades, para luego compararlas y sacar sus propias conclusiones. 

"Yo no salgo con la cámara a la calle a ver qué me encuentro sino que salgo ya a registrar esos pequeños detalles. A veces te lo encuentras, eso no significa que de repente te dejes llevar, pero suelo salir con una idea determinada y hay una investigación previa, siempre", resume su forma de trabajar, en la que el resultado final no tiene nada que ver con la tesis de partida. De hecho, en sus viajes crea auténticos registros, más allá del archivo visual, ya que opina que "una imagen no te lo dice todo, en viajes tan duros tu ves una foto pero no te expresa todo lo que tu sabes que hay detrás, por eso hago libros donde hay una imagen que se repite una y otra vez y le añado lo que veía o hacía, recortes de periódicos, guiones, anotaciones,...", conformando una idea más aproximada a la realidad que ella percibe.