La primera línea contra el fuego

R.E. MAESTRO
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La cuadrillas están listas para salir de su puesto en cuanto ocurre un incendio, en lo que tardan como máximo 10 minutos. La rapidez del helicóptero, operativo de julio a octubre, resulta fundamental

Los trabajadores de la brigada están en el puesto desde las diez de la mañana hasta las dos de la madrugada, en dos turnos, y el técnico recibe los avisos cuando ocurre un incendio. - Foto: Luis López Araico

Al incendio de Pineda de la Sierra tardamos como un cuarto de hora en llegar y con un coche tardas hora y media fijo», explica Víctor Urizarna Fajardo, uno de los técnicos de la cuadrilla que se encuentra en Pradoluengo, sobre una de las intervenciones que han realizado esta campaña para hacer referencia a que la rapidez del helicóptero con el que cuentan en la base resulta fundamental. Dicho fuego estuvo causado por un rayo y ha sido el más importante al que han tenido que acudir este verano, aunque finalmente «no fue mucho, pero pudo ser más» de no haber sido por la agilidad con la que se actuó. Lo cierto es que la quema de rastrojos y motivados por cosechadoras suelen ser los más frecuentes en el día a día, pero de momento no ha habido ninguno especialmente grave aunque siempre están en alerta y preparados para despegar.

En el puesto se localizan un total de tres cuadrillas, dos librando y una trabajando. Empieza el primer turno a las 10 hasta las 18 horas, y el siguiente va hasta las 2 de la madrugada. Son cinco personas (todos hombres) por cuadrilla y dos correturnos, por si cae alguno de baja y para que puedan librar. De ellos, hay tres técnicos. Durante tres meses y medio el helicóptero permanece en Pradoluengo, empieza del 24 de junio y se marcha para el 12 de octubre. La cuadrilla, en cambio, está en precampaña desde finales de mayo y en postcampaña hasta noviembre. Así lo cuentan Íñigo, Marcos, Miguel y Yeray, cuatro de sus integrantes. «Trabajamos en equipo y entre todos nos apañamos», desarrollan sobre sus labores estos jóvenes de entre 20 y 30 años que residen por la zona.

El turno de mañana llega sobre las 10 horas y como esos momento suelen ser más tranquilos los dedican a entrenar, como por ejemplo línea de defensa o correr. A ello dedican dos horas o dos y media «para hacer un poco de deporte que para esto hay que estar un poco en forma», comenta Urizarna, quien durante el resto del año suele estar de capataz en cuadrillas forestales y se dedica al monte todo el año por la zona de la Sierra de la Demanda. Una vez que llegan y se cambian, sobre las 13 horas, suelen comer debido a que a partir de ahí ya se suele producir un mayor número de incendios al ser cuando más peligro hay por las cosechadoras. Tras descansar, siempre y cuando no haya fuego que apagar, se hacen diversas prácticas con lo que harían al acudir a un aviso como tendidos de manguera o embarques al helicóptero «con unas pautas que se deben practicar y que deben aprenderlas todos».

Los miembros de la cuadrilla introducen las mochilas, que pesan unos 20 kilos, en el helicóptero.Los miembros de la cuadrilla introducen las mochilas, que pesan unos 20 kilos, en el helicóptero. - Foto: Luis López Araico

Cuando ocurre un incendio reciben la llamada en la emisora, «en cuanto canta una torreta ya más o menos te haces a la idea porque el helicóptero suele salir siempre», posteriormente el piloto les informa del pueblo y van cuadrando las coordenadas para estar preparados. Montan todos en el helicóptero y al bajar inmediatamente van sacando el bambi, otros las herramientas que les dice el técnico y se cierran las puertas para que el helicóptero pueda ir a cargar agua. Además, van explicando cómo evoluciona el incendio y analizan la mejor zona para poder atacar.

Como máximo tardan diez minutos en salir de la base, aunque calculan que generalmente en unos tres minutos suelen estar ya listos. En Medina de Pomar se encuentra el denominado Bravo 1 y en Pradoluengo está el Bravo 2, que aproximadamente llega a toda la zona de Briviesca hacia abajo. Ambos abarcan así toda la provincia.

Helicóptero. En cuanto a las características del helicóptero, de fabricación francesa, reconocen que puede levantar hasta 2.800 kilogramos, trasladar a cinco brigadistas y el bambi (bolsa que meten en el agua) alcanza los 900 litros. Abren base también a la 10 de la mañana y están hasta las 21,30, puesto que de noche «no se puede volar al no haber luminosidad». Además, llega a alcanzar los 180 Km/h en el desplazamiento al lugar del suceso, siendo mucho más rápido y directo que otros vehículos. Y en los incendios a los que acuden en esta tierra los lanzamientos más efectivos se consiguen a 80 km/h y a una altura de 12-15 metros, pero depende del terreno y zonas con múltiples cables lo complican todo.

Rodrigo Espinoza es el piloto actual del helicóptero y Arnol Canales, el técnico del mismo. Son chilenos y han venido aquí a trabajar durante esta época, reconocen la «adrenalina» que se siente cada vez que sucede un incendio a pesar de que nada tiene que ver los que se producen aquí en comparación a los de su país donde la mayoría «son intencionados» y de unas magnitudes muy superiores. De hecho, aseguran que en una campaña de verano aquí pueden sumar unas 60-80 horas de vuelo mientras allí superan las 400. Reconocen que se trata de un trabajo verdaderamente gratificante y «nos gusta ayudar».