La biblioteca centenaria que surgió de un armario

ADRIÁN DEL CAMPO
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Desde el siglo XII el Monasterio de La Vid ha albergado libros de gran valor. Hoy tiene más de 150.000 títulos y su colección recibe cada año una media de 150 investigadores de todo el mundo

Sala principal de la actual biblioteca del Monasterio de La Vid. Allí hay 16.000 libros. - Foto: Jesús J. Matías

Hoy guarda más de 150.000 libros, 23 de ellos incunables, cuenta con once salas y entre ellas destaca la principal, una preciosa estancia de 36 metros de largo donde las estanterías de madera soportan 16.000 títulos, pero no siempre fue así. La biblioteca del monasterio de La Vid tiene unos orígenes mucho más humildes de los que traza el esplendor que hoy le aporta su valiosa colección y el monumento donde se ubica. En el siglo XII, cuando se levantó la abadía, entonces de los premostratenses, la biblioteca se reducía a un simple armario, un armariolum, como lo llamaban entonces, donde los monjes colocaban los cantorales que iban haciendo.

Los primeros estantes románicos, cuyas huellas todavía son visibles junto al claustro del monasterio, se convirtieron en un archivo de mayores dimensiones al inicio del siglo XIV, aunque no se conoce muy bien en qué zona del templo ribereño se ubicó. Finalmente en el siglo XVI, en un momento de gran esplendor para la literatura nacional y al amparo de los condes de Miranda, se creó la actual biblioteca de La Vid, aunque no fue hasta 1789 cuando se concluyen las obras de la misma tal y como hoy se mantiene.

Con toda esa historia detrás, que esconden a partes iguales sus libros y sus muros, la biblioteca se ha convertido en un referente nacional, está considerada como la 13 ó 14 más importante de España, e internacional. Cada año una media de 150 investigadores de todo el mundo acuden al monumento ribereño para estudiar alguno de sus libros más valiosos y el número de consultas se triplica si se tiene en cuenta las realizadas por internet o vía telefónica. Todas esas dudas, preguntas o visitas las atiende el que lleva siendo el bibliotecario del monasterio desde hace 20 años, el agustino Serafín de la Hoz. Este mismo mes tiene prevista una visita de Estados Unidos para estudiar el Misal Mozárabe. Un incunable único porque, como explica De la Hoz, «el que transcribió la música no era simplemente un buen copista, era además muy buen músico que diferencia pequeños matices, este es especial precisamente por eso».

Aunque a simple vista la centenaria biblioteca arroje una imagen de calma, para nada se ajusta con la realidad. La actividad entre sus paredes es mucho más viva de lo que se intuye y bien lo sabe el padre Serafín. Él entra en el archivo a las 10.00 horas para salir a las 13.30 y volver a las 16.00 y trabajar hasta las 19.30 horas. Todo ello lo compagina, «con mucho grado», con las atenciones a las diferentes consultas que recibe. Además, recientemente acaban de recibir una nueva donación de 3.000 libros y el documentarlos no le deja apenas tiempo. A esto une un problema: la falta de espacio. Con once salas, la biblioteca ya demanda una nueva expansión para acoger sus más de 150.000 obras.

(Más información, en la edición de papel de hoy en Diario de Burgos)