Aquellos maravillosos veranos en Sedano

ALMUDENA SANZ
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Elisa Delibes y Rodrigo Pérez Barredo acercan al escritor que acudía con hijos y nietos a la Vuelta a Burgos, despertó la admiración de vecinos, leía 'el Diario', gozaba de la naturaleza...

Rodrigo Pérez Barredo y Elisa Delibes trazaron el periplo del autor en tierras burgalesas en una charla emitida en el canal de YouTube del Instituto de la Lengua. - Foto: Alberto Rodrigo

Entre el recuerdo del entusiasmo casi infantil con el que Elisa Delibes recorrió la exposición Miguel Delibes y Diario de Burgos en el Palacio de la Isla el día de la inauguración, que ayer abrió la conversación entre la hija del escritor y el periodista Rodrigo Pérez Barredo en el canal de YouTube del Instituto de la Lengua, y el emplazamiento a repetir encuentro en su próxima parada en Aranda de Duero, que la cerró, se perfiló la faceta más personal del autor de El hereje, sobre todo sus veranos en Sedano y la relación tanto cotidiana como profesional que entabló con este periódico, del que fue colaborador, pero también lector.

Recordó Elisa cómo durante aquellas vacaciones esperaban todos ávidos a que su padre terminara de leer Diario de Burgos, que recibían en casa, para hacerlo los demás y confesó que la exposición le había descubierto hasta qué punto había sido importante la colaboración de su padre con esta cabecera. «Realmente, era hijo de verdad de El Norte de Castilla y de Valladolid, pero hijo adoptivo de Burgos y de Diario de Burgos», soltó al tiempo que encendió los focos sobre la relación más cotidiana que toda la familia mantenía con el rotativo. 

Destacó divertida las crónicas de la llegada de la familia al pueblo «como si fuéramos los Reyes»; o aquella anécdota protagonizada por ella misma durante una Semana Santa en la que se puso de parto y, ante la imposibilidad de llegar a Valladolid, dio a luz en San Juan de Dios, un periplo que llevó al propio Delibes a conminarla a comprar el periódico al día siguiente porque lo suyo era digno de salir en el Quisicosas; o cuando alguna de las hijas o nietas aparecían en el consiguiente reportaje de las damas de honor de las fiestas del pueblo; o esa foto en la que se ve al escritor al paso de una Vuelta a Burgos «‘con el bombón de su nieta en brazos’, que, en realidad, era nieto»... 

En todas esas referencias un nombre se repetía: Sedano. Sobre el especial vínculo que Miguel Delibes y toda su prole entabla con la localidad desde 1959 llamó la atención Pérez Barredo, quien aprecia «un cariño real y un orgullo de paisanaje. Lo consideraban uno de los suyos», y cómo eso se traslada también a Diario de Burgos, «que está muy atento a su trayectoria porque también lo considera suyo». Elisa asintió y apuntó que los propios vecinos hicieron un libro que así lo recoge, Sedano en la obra de Miguel Delibes. 

Y es que como expusieron ambos, las vivencias en estas tierras son determinantes en su obra literaria. En su refugio, con un papel protagonista junto con su bicicleta en el diseño de la exposición, firmado por Asís G. Ayerbe, alumbró muchas de sus novelas. 

«Desde 1959, todas han tenido su parte de Sedano», afirmó Elisa sin dejar de advertir que en algunas está de forma directa, pero en otras hay mucho de sus personajes, ambientes o costumbres. Lo que sí descartó la hija fue el calificativo de visionario en lo que a la «cacareada» España Vacía se trata. «No era un iluminado, cuando él iba ya estaba vacía y él lo vio». 

Pateando por aquellas tierras se coló Giménez Rico y sus adaptaciones al cine. «Tenían una muy buena relación, eran bastante amigos», señaló Elisa y desveló que Retrato de familia, si no fuera por los desnudos, era la que más le gustaba, El disputado voto del señor Cayo «no le disgustó», mientras que Las ratas «no le gustó nada». Antes del fundido a negro en YouTube, descubrió además que el cineasta también dirigió en teatro Las guerras de nuestros antepasados