"Tengo grabado a fuego que no me puedo repetir"

A.G.
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La diseñadora de La Revilla repasa su trayectoria de 30 años en la moda y prepara una exposición con sus modelos más emblemáticos, que quiere que se exhiba en Burgos

"Tengo grabado a fuego que no me puedo repetir" - Foto: Patricia

Todavía sigue emocionada por el eco de la fiesta que celebró el pasado 10 de octubre con motivo de su 30 aniversario en el mundo de la moda. Más de 600 personas acompañaron a Mercedes de Miguel y a su equipo en un evento que incluyó un desfile retrospectivo con algunas de sus piezas míticas, que fueron lucidas por modelos como Laura Sánchez. Su fábrica en Trapagarán, en Bilbao, se convirtió en un escenario de lujo para recordar las tres décadas que esta diseñadora burgalesa lleva en el camino. En un pequeño vídeo autobiográfico, elaborado también para la ocasión, De Miguel recordó con mucho cariño sus orígenes burgaleses en La Revilla, donde la niña que fue se inició en la costura haciéndoles vestidos a sus muñecas y adonde sigue volviendo de forma habitual, pues allí es donde sus padres, ya nonagenarios, siguen viviendo. En esta entrevista, Mercedes de Miguel repasa su trayectoria poniendo la vista en el futuro con ideas que pasan por la tecnología y por abrir su fábrica a las visitas guiadas, proyecto que comenzará en el mes de enero.

¿Cómo recuerda a la Mercedes de Miguel de 1989, esa que da un paso adelante y decide crear su propia firma de moda?

Era una mujer decidida y siempre había tenido claro que era una emprendedora y que iba a tener mi firma, aunque también era muy consciente de lo difícil que era dar el paso porque era preciso un capital, una formación, conocimientos... y todo eso asusta. En esa época trabajaba para otros diseñadores y sabía de las dificultades que suponía sacar adelante una firma propia y por eso quizás tardé más tiempo. El momento llegó con un poco más de madurez y contando con todo el apoyo de mi familia, que sabía que me apetecía mucho. Lo cierto es que me lancé teniendo dos niños muy pequeños y visto ahora con perspectiva parece que es lo menos adecuado pero aún con todo me animé y realmente visto ahora con el tiempo aún no sé por qué lo hice... (risas).

Bueno, eran los años 80 y la moda española estaba en plena efervescencia. ¿Quizás le pudo influir ese momento histórico?

Sí, seguramente. Yo llevaba ocho años haciendo colecciones para distintos diseñadores y fabricantes a los que hacía la colección entera.

¿Qué recuerdos tiene de aquella época?

Pues mira, cuando vives algo muy de cerca no tienes perspectiva, estás sumergido en ello y todo lo que pasa te parece normal. Yo había hecho prácticas con alguno de los diseñadores que fueron tan míticos en esa época, con Jesús del Pozo, por ejemplo, pero como no había vivido otra cosa me parecía todo muy corriente, muy de mi día a día.

¿Cuál ha sido la clave para que se haya mantenido durante tres décadas en un sector tan complejo como el de la moda?

Son muchos elementos los que componen esa clave: la internacionalización de la firma, la perseverancia, la mejora continua y, algo fundamental como es la adaptación a los tiempos: no puedes hacer lo mismo cuando todo a tu alrededor está cambiando y, de hecho, lo que hago ahora no se parece en nada a lo que hacía en 1989.

¿Y ahora? ¿De qué manera definiría el momento presente de su firma?

Creativamente, me encuentro muy bien porque lo que hago es mi pasión, es algo que me gusta y que me nace de dentro y, además, procuro siempre que la inspiración, como decía Picasso, me encuentre trabajando.

Explíquenos cómo es su proceso creativo.

Pues no siempre empieza igual. A veces son los tejidos los que te inspiran, o puede ser un pintor o un país... Recuerdo una colección inspirada en Gustav Klimt, que aportaba muchísimos elementos -colores, dorados- con los que trabajar. Los viajes y la cultura son también fuentes magníficas de inspiración.

¿En ese momento piensa en la receptora final, es decir, en la mujer que va a entrar en una tienda y se va a decidir por un modelo de Mercedes de Miguel?

En las mujeres pensamos continuamente porque, al final, son nuestra fuente de inspiración. Hacemos piezas para ella y siempre pensando en un tipo de mujer.

¿Qué tipo es?

Una mujer que tiene personalidad, me da igual que sea bajita o alta, de menor o de mayor talla, todo cabe si tiene personalidad... Pienso en mujeres sin edad porque me gustan las mujeres maduras con vivencias y experiencias pero también son bienvenidas las jóvenes.

¿Alguna vez ha diseñado para hombres? He leído que alguna vez ha vestido al gran cocinero Juan Mari Arzak...

Sí, pero han sido circunstancias muy puntuales. También he hecho cosas para niños porque cuando diseñas da igual para quién, aunque al final decides centrarte en una cosa y optamos por la mujer.

Ahora tiene dos marcas, Mercedes de Miguel y Poupée Chic. ¿En qué se diferencian?

Poupée Chic es lo último. Empezamos como M de Miguel, que es la que ha perdurado en el tiempo, pero a los pocos años y coincidiendo con nuestra llegada a las pasarelas creamos Mercedes de Miguel, que era mucho más glamurosa, más especial, sin límites... Era una gozada hacer aquellas colecciones porque era donde más te explayabas creativamente y donde no había límites de precio de la materia prima, lo que te daba toda la libertad del mundo. En aquel momento había público objetivo que compraba este producto y, efectivamente, se vendía. Son los años más bonitos que recuerdo, aquellos fueron tiempos mejores...

Habla, entiendo, de los años noventa, primeros dos mil...

Sí, sí, sí, aunque a eso hubo que ponerle fin y tuvimos que adaptarnos para seguir en este mundo. Pero luego se empezó a llevar la fiesta de una forma desbordada, de manera que una mujer se vestía para una boda a las 12 de la mañana como si iba a los Goya y esto nos dio una nueva oportunidad y creamos otra firma, MM, que duró ocho o diez años. Este es el camino que nos lleva a Poupée Chic porque sentimos que nos teníamos que volver a adaptar a los tiempos, la demanda era otra, había que darle una vuelta a lo que estábamos haciendo. Quisimos romper con todo lo anterior, ponerle un nombre que no tuviera nada que ver con lo que nosotros éramos y dirigirnos a una mujer más joven. Con Poupée Chic quise hacer referencia y homenaje a las muñecas con las que yo empecé a coser siendo una niña en La Revilla.

¿Cómo hace para no repetirse y, a la vez, dejar su huella en cada colección?

Tengo grabado a fuego que no me puedo repetir pero, lógicamente, la esencia de lo que hacemos tiene que aparecer porque si no cada temporada seríamos una marca nueva. Y tengo muy claro que lo que tiene éxito se tiene que mantenerlo.

¿Cuáles son sus prendas fetiche, esas que siempre le han dado muy buen resultado y que han contado con la aprobación de las clientas?
Cada temporada tenemos distintas prendas pero, sobre todo, las prendas especiales exteriores, que no es que permanezcan en el tiempo sino que no las dejamos morir.

Su ropa está presente en más de 500 puntos de venta en muchos países. ¿Dónde tiene más éxito?

Con quien tenemos más feeling es con Francia, que es donde más vendemos, probablemente porque se identifiquen con la marca Poupée Chic o porque les gusta que la ropa rejuvenezca a las mujeres. Siempre hemos tenido mucho éxito allí.

También está en Asia. ¿Son distintas aquellas mujeres a la hora de vestir?

Pues es una pena pero con la globalización se viste muy igual en todo el mundo, se han perdido tantas cosas... Seguramente habremos ganado otras, como que todo está más cerca y que podemos vender en lugares a los que antes nos hubiera sido imposible llegar, y soy consciente, claro, de que a este hecho también ha contribuido la globalización.

¿Dónde se fabrican sus prendas?

En un principio, lo hacíamos en Galicia, Cataluña y un poco en Castilla y Portugal pero todo esto se desmanteló a raíz de que los grandes -que son los que realmente mantienen a los talleres- se marcharon fuera porque aparece el low cost, y con los pequeños diseñadores como nosotros no se podían mantener. Nos quedamos huérfanos en España y empezamos a salir más a Portugal, a Hong-Kong y a Turquía y a hacer movimientos diferentes por España. Estos puntos de producción los mantenemos ahora.

¿En qué estado se encuentra actualmente la industria de la moda?

Sufriendo mucho. La moda tiene dos crisis: una estructural del sector y otra, la propia de la economía.

¿Y qué se puede hacer?

Adaptarse, si no te quieres quedar en el camino, hay que adaptarse a cada circunstancia.

En 2005 se bajó de las pasarelas. ¿Ha pensado volver?

No. Porque nunca me dieron todo lo que se podía esperar con respecto a la energía que nos consumían. Preferimos canalizar nuestras energías internacionalizando la marca.

¿Le interesa la moda que hacen los jóvenes diseñadores?

Estoy segura de que talento hay pero creo que es un momento difícil para que se desarrolle. ¿Qué es el talento? A lo mejor no solo hacer cosas bonitas sino que se ajusten al momento en el que vivimos.

¿Le gusta cómo se viste en España, en la calle?

En general, no. Nos ponemos ropa, ni siquiera nos ponemos prendas. Vamos al armario y nos colocamos cosas que hay allí sin darle mucho sentido, al menos desde el punto de vista de la moda, del vestir, de lo que se entiende por bien vestir, que puede ser muy compatible con la comodidad, ojo, que hay ahora unas deportivas fantásticas y unos pantalones comodísimos. A mí me encanta cuando veo a alguien bien vestido por la calle y soy de las que me acerco y felicito, pero por desgracia sucede muy pocas veces.

¿Qué proyectos tiene en marcha actualmente?

Ahora estamos en el momento de la tecnología, no nos podemos apartar de ahí. Hace unos años hicimos investigación de la que salió un vestido tecnológico que representaba los cuatro elementos de la naturaleza y a través de una aplicación podías interactuar con él desde cualquier lugar cambiándole de color o moviéndose. Eso era una fantasía poco viable, desde luego, que no puede servir para vestir pero sí para iniciarnos en el camino de la tecnología, en el que seguimos, investigando sobre tejidos sostenibles y que aporten un bienestar o que no se manchen o que hagan repeler la lluvia.

Siempre ha hecho gala de su vinculación a su provincia natal declarándose burgalesa de nacimiento y bilbaína de adopción. ¿Qué proyectos tiene para Burgos?

Hemos hablado ya con el Ayuntamiento -el alcalde estuvo en la fiesta del 30 aniversario- porque nos gustaría llevar a Burgos la exposición que hemos hecho con motivo de esta efemérides. La conforman  varias de nuestras piezas, prendas que hemos diseñado a lo largo de estas tres décadas y que ahora han sido convertidas en esculturas. Nos encantaría que se pudieran ver en un lugar céntrico de la ciudad.