El tiempo pasa factura

C. SORIANO
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Los barrios a examen (II) | Los vecinos de la parte más antigua de San Juan Bautista exigen un mejor mantenimiento del carril bici y del centro cultural, y eliminar la maleza: es una zona que está «vieja y usada»

Un tramo deteriorado del carril bici en la calle Brasil. - Foto: Valdivielso

Montserrat Sánchez y Julián Ortega, miembros de la Asociación de Vecinos de San Juan Bautista, llevan más de 25 años encargándose de que las preocupaciones que se generan entre los residentes se escuchen en el Ayuntamiento. «En el barrio, lo que está en condiciones es por nuestra lucha». La causa de muchos de los problemas, lamentan, no es más que el paso del tiempo. La zona está deteriorada porque los años no pasan en balde cuando, «con un poco de mantenimiento y sin mucha inversión», el aspecto sería otro.

Entre las muchas preocupaciones por el mal estado del barrio se encuentra la del carril bici. Discurre sobre un antiguo canal que llegaba desde la Fábrica de la Moneda, que taparon hace 30 años y  acabó convirtiéndose en un espacio para los ciclistas. Mientras ven cómo se crean nuevos tramos por toda la ciudad comprueban que el suyo no se mejora. «Arreglar el que ya existe no da para hacerse la foto, pero crearlo nuevo y en el centro, sí».

El problema con el que se encuentran es que hay tramos por los que era realmente imposible circular. Hace unos meses sí consiguieron que las zonas en peor estado se arreglaran. La solución fue poner losetas pero ni siquiera de manera uniforme y la realidad es que acaba siendo una vía incómoda para quien la usa. «Esto no es un carril bici», se queja Montse. Si bien el primer tramo de la calle Brasil se encuentra en condiciones, más hacia el final, es tan solo hormigón. «Lo que hemos pedido siempre es que lo hagan como aquello, que lo continúen».

La problemática con el estado del pavimento no se queda solo en el carril bici. En esa misma calle se encuentra una pista deportiva a la que destinaron una parte del presupuesto para arreglar, ya que todo el suelo estaba levantado. Ahora, después de la obra, sigue teniendo zonas que siguen igual que antes y los parques infantiles, con el caucho quebrado y deteriorado, van por el mismo camino. Las calles, además, están viejas y empiezan a agrietarse y a crearse hendiduras. «Hace mucho que no asfaltan», comenta Montse. «La acera», añade Julián, «unos 35 años». Explican que las nuevas urbanizaciones están bien pero, lo que es la barriada en sí, está «vieja y usada».

A esa situación se le suma, también, el descuido de las zonas verdes. «Menos mal que este año han segado», se queja Julián, refiriéndose al área que rodea el río. En las calles de más arriba, alrededor de la de Las Bahamas, hay terrenos para edificar en los que las malas hierbas se comen la vía o en donde hay zanjas de varios metros de profundidad. Montse señala que uno de ellos «lo tenían sin el vallado.Corría mucho peligro, y conseguimos, por lo menos, que lo cercaran». Más adelante, entre la calle Guatemala y la avenida Alcalde Valentín Niño, se intuye lo que en algún momento fue un jardín, ahora lleno de maleza. El mantenimiento, comenta Montse, es el que le dan los vecinos. «Habrá que podarlo, y cuidarlo», añade Julián. «No basta con crear el espacio sino que hay que conservarlo», afirma. «Todo se queda seco. Ahora vienes, echas una cerilla ahí... y ya está liada».

En cuanto a la maleza, lo que más preocupa a la Asociación es una parcela del Ayuntamiento sin edificar que se ha convertido en un vertedero. El terreno, abandonado a las malas hierbas, ahora se usa para dejar los materiales que los vecinos, e incluso los constructores de propiedades contiguas, no quieren: escombros, ladrillos e incluso uralitas. «En las reuniones de los distritos nos ponemos y lo decimos. La presidenta, Margarita Arroyo, se molesta un montón, insiste e insiste. Por ella hemos conseguido que se quitaran unas uralitas que llevábamos un año pidiendo que retirasen, porque están al lado de la guardería».

Sin embargo, el barrio cuenta con otros problemas que también afectan a la vida de los vecinos. Uno de ellos es el de la iluminación, que, como relata Montse, es muy pobre.«El alumbrado es primordial, porque en invierno, que es de noche a las 17 horas, esto se queda muy oscuro». El siguiente, el de los autobuses. «Con el cambio, las propuestas que hicimos no se tuvieron en cuenta, con lo cual, lo único que han hecho es cambiar el horario y punto.»Los fines de semana los vecinos tienen que esperar 40 minutos a que pase el siguiente autobús y la única mejora es que «ahora van todos al hospital». Entre semana, eso sí, llegan cada 20.

Pero, sin duda, algo que preocupa tanto a Montse como a Julián es el estado del centro cultural. El edificio permanece igual a como se dejó el 14 de marzo de 2020 con el primer Estado de Alarma, en una situación de deterioro. Hace más de un año que el techo está caído, las ventanas pintadas y las salas, abandonadas, y desde el Consistorio no hay nadie que pretenda arreglarlo. «Le hemos pedido ayuda al Ayuntamiento, pero para nada.En este barrio tenemos que estar en una lucha constante para que nos hagan caso».