De la mano de otra persona con discapacidad

P. Velasco
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Personas con problemas de salud mental se convierten en la mano amiga de otros enfermos que necesitan ayudan para rutinas diarias como salir de casa. Una «alianza terapéutica» que permite tanto al usuario como al asistente personal ganar autonomía

De la mano de otra persona con discapacidad

Una mano amiga con la que compartir tus problemas. Un apoyo para conseguir salir a la calle o ir al banco a realizar esos papeleos que resultan tan complicados. Alguien que escucha, aconseja y acompaña al usuario para lograr alcanzar una mayor independencia. Y todo ello con un profesional, formado para ser asistente personal, pero que además es también una persona con problemas de salud mental que conoce la experiencia y sabe de las complicaciones existentes para conseguir un empleo.

Las entidades del tercer sector, con la colaboración de la Administración regional, están sentando las bases en Castilla y León para que la figura de asistente personal desarrolle todas sus posibilidades, sea conocida y cada vez más demandada por las personas con discapacidad. Una herramienta que permite potenciar la autonomía del usuario y el proyecto de vida en primera persona de los discapacitados, así como convertirse en un importante nicho de empleo para las propias personas con discapacidad por problemas de salud mental.

Con un lento desarrollo, esta figura incluida en la Ley de la Dependencia es quizás de los servicios menos conocidos pero con un gran futuro por delante. A lo largo del año pasado, 289 personas fueron formadas en la Comunidad, de las cuales 112 tienen problemas de salud mental que podrán ejercer como asistentes personales de otras personas con discapacidad. Respecto a los contratos, en 2018 se realizaron 139 para desarrollar este perfil profesional, de las cuales ocho tienen un problema de salud mental y dos presentan discapacidad física.

María Jesús García, Eduardo Lacalle y Gloria son tres de ellos. Personas con una enfermedad mental que han pasado por lo mismo que aquellas a las que ahora ofrecen sus servicios. Una «alianza terapéutica», como señala la técnico de Alfaem Salud Mental León, Raquel Martínez, que funciona si existe «sintonía absoluta» entre ambos y que no sustituye en ningún momento a otros servicios como la ayuda a domicilio que también figura en la Ley de la Dependencia.

Eduardo comenzó a trabajar como asistente personal en julio de 2017. Previamente lo había hecho como fontanero y en la industria. «Estudie auxiliar de Enfermería más adelante y había trabajado en residencias, pero me di cuenta que mi vocación era más trabajar con personas y me resulta más adecuado por mi situación personal. Entonces empecé a orientarme en este sentido», señala. Él compagina este trabajo en Aranda de Duero (Burgos) con otros como profesor de yoga y monitor deportivo. «Hay que complementarlo, yo creo que el reconocimiento que se le está haciendo ahora mismo es el adecuado pero no hay tanta demanda», aclara.

Raquel Martínez indica que el perfil más habitual de usuarios son personas en las que predominan los trastornos psicóticos, pero también existen con trastorno de personalidad y del estado de ánimo, como es el bipolar, e insiste en qué siempre es el usuario el que elige con qué persona quiere trabajar, porque «hay que establecer una alianza terapéutica con las personas». Sus servicio son completamente diferentes a los de la ayuda a domicilio: «Cuando llega el asistente personal, el usuario sabe que tiene que ponerse a hacer la tarea con el asistencia, no sustituyen la acción».

sin confusiones. Algo que comparte Eduardo, que considera que no «hay confusión». «Hacemos más atención a las necesidades personales respecto a conflictos que pueda tener personales que le influyen del exterior como pueden ser familia o trabajo. Intentamos orientar y reforzar las capacidades que igual tienen menor desarrolladas para que pueda sentirse más pleno a la hora de realizar su vida cotidiana», señala.

Gloria también ve aspectos positivos en reforzar y apoyar a personas que lo necesitan. «Mi enfermedad me impedía realizar otros trabajos, pero vine a León, me ofrecieron esto y lo veo muy positivo». En su caso lleva ya un año trabajando con cinco o seis usuarios a los que ayuda a tareas diarias como hacer la compra o ir al banco, e incluso salir de casa. Un aspecto en el que cuenta con la ayuda de su perro Timi. «Llevábamos un par de años intentando hacer una intervención con una persona hasta que llegó Gloria. Apareció además con su perro, y empezó a cambiar la forma de recibir las atenciones terapéuticas, conseguimos que se abriera», señala Raquel Martínez.

María Jesús acaba de empezar prácticamente en este trabajo. «De primeras me estoy formando para conocer a las personas con las que tengo que trabajar, en qué necesitan más apoyo, cuál puede ser mi papel para ayudarles a mejorar su calidad de vida. Es difícil al principio, ya que lo primero que tiene que suceder es que te acepten como apoyo, entonces lo primero es acercarte», comenta.

Sus experiencias sirven de apoyo a otras personas con sus mismos problemas, por lo que este empleo está resultando muy satisfactorio para los tres . «Lo cierto es que al sentirme más orientado al trabajar en asistencia directa con personas, yo encuentro que me resulta muy enriquecedor trabajar hacia el público objetivo con el que realizó la tarea, entonces para mi mayormente es una satisfacción a la hora de establecer el puesto que desempeño y también que el esfuerzo que he hecho yo para recuperarme de la situación que me encontraba puede servir», recalca Eduardo.

Una opinión compartida por María Jesús, que considera su labor «muy gratificante» y por Gloria, a la que ha permitido una «mayor autonomía personal». «Me ha enriquecido muchísimo, descubrir otra manera de entender la vida de las discapacidad, el esfuerzo que hacen los usuarios por abrir las puertas de su casa cuando a lo mejor están en una situación en la que se niegan a sí mismos que necesitan ayudamos», destaca.

Entre las demandas que tienen se encuentran una mejora de los salarios y que sea una figura más conocida. «Creo que lo que habría que mejorar es la comunicación con otros sectores de la asistencia como pueden ser ceas o médicos y que haya mayor acuerdo o colaboración entre los profesionales que se dedican a la atención pública porque el protocolo existe, pero los medios para que eso se lleve a cabo son escasos y habría que hacer mayor inversión de esfuerzo y de tiempo, para favorecer el servicio que se da a las personas y el que se ofrece», concluye Eduardo.