Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


Borrado del mapa

18/01/2021

Ahora ya lo sabemos. El hombre más poderoso del mundo es… Mark Zuckerberg. Después de la ridícula performance de Donald Trump como regalo de Reyes para la democracia en general, al histriónico personaje lo ha desaparecido del mapa. Vivía en la telerrealidad. Y el dueño principal de la misma ha decidido desprogramar a este extraño ‘avatar’ que ha ocupado las pantallas durante los últimos cuatro años. Eliminados sus canales de manipulación, el ser humano que hay detrás del actor ha desaparecido.
Tenía toda la lógica del mundo que un individuo tan alejado de la realidad intentara un golpe de Estado 2.0 a través de las redes sociales. Para llegar a este punto han hecho falta cuatro años de manipulaciones. La cuenta de sus trolas en Twitter, que realiza ‘The Washington Post’, superó en octubre las 20.000. A una media de 12 diarias. Y, sin embargo, nadie se planteó poner coto a su máquina virtual de mentir y sembrar odio hasta que esta tuvo efectos en la realidad de las cosas.
Son ingentes los libros de instrucciones sobre las ventajas y peligros de las redes sociales. Al igual que le sucede a sus hordas de fanáticos, incapaces de conectarse con otras fuentes de información para entender el mundo que les rodea, Trump no parece haber leído ninguno. El resultado ha sido que el hombre más poderoso de la Tierra vivía alejado de ella, elevado sobre una burbuja opaca a la entrada de entendimiento colectivo. La paradoja y el drama norteamericano nos demuestran cómo se puede manipular y desorientar a millones de personas a golpe de pulgares febriles. Y de sus enseñanzas, la primera en reflexionar sobre sus implicaciones en el orden mundial ha sido, una vez más, la canciller alemana Angela Merkel. Ha sido la única en cuestionar el derecho de las grandes plataformas a censurar a un usuario. Por mucho que sea un descerebrado como Trump. Y ha reclamado que esas censuras, incluso amparadas en el orden y la seguridad, se realicen «según la ley y en el marco definido por el legislador y no según la decisión de las plataformas».
Igual que borran a clientes como Trump, esas grandes tecnológicas se hacen difusas cuando se trata de pagar impuestos. Twitter apenas cotiza 100.000 euros al año en España porque su sede está en Irlanda. ¿No va siendo hora de que se les aplique la misma ‘vacuna’ que han inoculado al loco de la piel zanahoria y que dejen de jugar al poder absoluto virtual?