A la caza del cazador furtivo

J.M. / Burgos
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Los cultivos irregulares en zonas montañosas de la provincia con el fin de cobrar subvenciones se han disparado en los últimos años

Que alguien sea propietario de una tierra, no le da derecho a hacer en ella lo que quiera. Esa es una de las premisas que parece no entender una minoría de agricultores, que sobretodo en los dos últimos años ha tomado por costumbre arañar terreno al monte para convertir, sin permiso, ese suelo en cultivable. Su objetivo no está en la producción, sino en sumar hectáreas para cobrar más subvención. La persecución de estas infracciones es uno de los caballos de batalla a los que se enfrentan a diario (sobre todo en esta época del año) los agentes ambientales de la Junta de Castilla y León, que intentan frenar con sanciones el deterioro de estos espacios naturales. Diario de Burgos acompañó el jueves a una patrulla en una inspección en el término municipal de Castrojeriz.

A primera hora de la mañana, una dotación de agentes medioambientales parte desde Burgos. Tiene conocimiento de que un agricultor ha arado una parcela que tiene en el monte sin autorización. Al parecer es reincidente.

Hace un año, cuando pidió permiso (después de que se le dijera que no podía roturar la tierra) ya se le informó de que no estaba permitido. La razón, que el monte que quiere trabajar tiene una pendiente de alrededor del 25% y la ley impide cualquier actividad si se sobrepasa el 15% (salvo en los casos en los que se ha cultivado toda la vida). Con esas inclinaciones orográficas, el movimiento de tierras genera un importante daño al ecosistema. Desvía el cauce natural de las aguas fluviales con la erosión, acaba con la vegetación, arroyos....

Los agentes (prefieren no dar sus nombres) comentan que estos casos «se han disparado en los últimos dos años». Antes, como «cobraban una subvención por la superficie de pasto» el problema era mucho menor. Sin embargo, una vez eliminada, algunos agricultores, recalcan que una minoría, aran las tierras del monte para cobrar las ayudas por las superficies cultivadas. Las que no se han quitado. «Aquí no nace nada. Lo único que les interesa es la rentabilidad», comenta uno de los profesionales antes de señalar un árbol derribado (un serbal) que seguramente ha visto como un estorbo.

Tras medir con el GPS las dimensiones del terreno (cerca de una hectárea), los agentes se vuelven a montar en el coche y se dirigen hacia el otro extremo del pueblo. Allí el daño es mucho mayor. Le han comido 5,3 hectáreas a la montaña. Unos cinco campos de fútbol. La imagen es desoladora.

Aseguran que no son pocos los casos en los que estos agricultores también tratan de adueñarse de una parcela contigua que puede estar olvidada. «Cada año arañan un poco», explican para denunciar que el avance es imparable y que no existe capacidad humana para perseguir y detectar cada atropello.

Les preguntamos cómo es posible que se les pague una subvención por unos terrenos en los que no está permitido cultivar. La única explicación posible es que no se cotejan los datos o que la Consejería de Agricultura se lo permita al infractor.

No es solo en Castrojeriz. «En los Balbases han hecho una pista de esquí, en Burgos capital, junto a Fuentecillas, nos encontramos con un agricultor» montaña arriba... Aunque no se atreven a calcular cuántas hectáreas se comen al monte cada año en la provincia, si creen, sin miedo a equivocarse, que fácilmente superarán las 100.

Toca tramitar la denuncia. Por desgracia, admiten, vendrán más.