20 años para borrar una huella

B.G.R.
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La Oficina Verde cifra el impacto ambiental de la UBU en 7.000 toneladas de CO2 al año. Las fuentes principales, la calefacción y la luz

Las bancadas para bicis están al completo en las distintas dependencias del campus. A la derecha se observa la chimenea de uno de los edificios de la Escuela Politécnica del Vena. - Foto: Valdivielso

El horizonte es el año 2050, cuando la Unión Europea quiere que sus países miembros sean neutros en emisiones. Quedan por delante 30 años para alcanzar ese objetivo, que no será fácil, pero la Universidad de Burgos se ha marcado uno aún más ambicioso: conseguirlo en dos décadas y convertirse no solo en la primera institución local en lograrlo, sino también en un ejemplo para el resto. En ese reto trabaja la Oficina Verde del campus desde que se creara en 2016 a través de medidas de concienciación, promoción, proyectos de investigación e informes que recogen la huella de carbono que dejan instalaciones y usuarios del campus.

Los últimos datos que se manejan reflejan que el impacto ambiental de la UBU es de 7.000 toneladas de CO2 al año. ¿Y de dónde proceden? El director del órgano académico, Luis Marcos, habla de tres fuentes principales que acumulan cada una 2.200. Una es la calefacción, de gas natural, que se utiliza en las distintas dependencias, valorando que la UBU cuenta con 13 edificios muchos de ellos de "grandes dimensiones". Otra, la electricidad, donde se incluyen desde las luminarias hasta el mantenimiento de equipos de informática e investigación, mientras que la tercera tiene que ver con los desplazamientos de alumnos y profesores que participan en los distintos programas de movilidad internacional. Las 400 toneladas que restan se reparten entre sistemas de refrigeración, coches institucionales, movilidad urbana, consumo de las cafeterías o gestión de residuos.

Marcos explica que el dato global no ha variado mucho desde que se realiza este informe, oscilando entre las 6.500 y las 7.000 toneladas. Hasta ahora, el estudio tenía solo carácter interno y este año quiere registrarse en el Ministerio de Transición Ecológica para que adquiera una dimensión pública, además de que irá acompañado de un programa de reducción de esa huella en cada una de esas fuentes durante las próximas dos décadas.

No existe una valoración económica de esa planificación. El director de la Oficina Verde aboga por ir dando pasos a través del programa de mantenimiento de instalaciones, incluyendo la sostenibilidad en cada reparación u obra, algo que cuenta con el respaldo del Vicerrectorado de Planificación. Lo primero pasa por la mejora del aislamiento de los edificios, dado que el tiempo ya ha hecho mella en muchos de ellos, con el cambio de envolventes térmicas o la sustitución de las carpinterías de las ventanas. 

En lo referente a la electricidad, pone como ejemplo que solo las dependencias de la Escuela Politécnica del Vena tienen 5.000 fluorescentes, que a la hora de renovarlos cuando proceda deben sustituirse por tecnología LED. También hace referencia a la instalación de energías renovables, que ya el año pasado se aplicó con éxito en el campus de la Milanera. Todas estas acciones permitirán reducir el impacto ambiental y un ahorro en la factura de estos servicios. 

Donde menos acciones se pueden llevar a cabo es en la movilidad internacional, ya que la oferta de becas Erasmus o de fuera de Europa para estudiantes y profesores es una de las "fortalezas" de la institución. Para compensar esta situación, avanza que la institución se encuentra en conversaciones con distintas administraciones para realizar plantaciones de árboles "como sumideros de CO2 y refugios de biodiversidad" en la zona suroeste de las provincia.

"Quedan 20 años para eliminar esas 7.000 toneladas. Tenemos que dar ejemplo y tirar del carro de la sostenibilidad y de la lucha contra el cambio climático", subraya, a pesar de que asegura que la UBU es una de las instituciones académicas de España con menos huella de carbono. Entre los motivos, alude al tamaño del campus y de la propia ciudad, que dejan en muy buen lugar a la movilidad urbana. "El uso de la bicicleta se ha incrementado muchísimo", destaca, a lo que añade que un buen número de desplazamientos se realizan a pie o en transporte público y que para reducir el impacto de los coches se ha lanzado una aplicación al estilo del Blablacar para compartirlo. 

Es más que evidente que las bancadas para bicis están al completo, tal es así que los estudiantes internacionales demandan cada vez más estos vehículos. La Oficina Verde ya piensa en posibles respuestas. Potenciar el uso del sistema Bicibur de la ciudad, crear uno propio de alquiler o fomentar la segunda mano con una feria de velocípedos usados.