2,5 años de cárcel al robar en un centenar de coches en 2016

I.E.
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M.A.B.B., de origen marroquí, cometió los delitos cuando acababa de cumplir 18 años, si bien la Audiencia solo le pudo juzgar por una decena de casos

El anterior comisario, Calle Leal, y el anterior subdelegado, Robero Saiz. - Foto: Alberto Rodrigo

Había empezado su carrera como delincuente a una corta edad, con lo que sus hurtos y robos terminaban en el Juzgado de Menores, una jurisdicción que puede imponer medidas de reclusión en régimen cerrado pero no penas de prisión. Pero el tiempo pasa, cumplió los 18 años y no se enderezó, continuó con sus golpes y se especializó, sobre todo, en forzar coches para llevarse todo lo que hallaba en el interior. Hasta un centenar de robos en otros tantos vehículos le atribuyó la Policía Nacional cuando lo detuvo en 2017. Pero claro, en esta ocasión lo ha juzgado la Audiencia Provincial, pues era adulto cuando cometió los hechos, y le ha condenado a dos años y medio de prisión. No serán los únicos que cumpla porque tiene varias causas similares abiertas. Finalmente fue procesado por 10 casos y deberá indemnizar a sus víctimas con un total de 3.800 euros, el valor de los efectos que les sustrajo.

El grupo segundo de robos de la Brigada de la Policía Judicial de la Comisaría detuvo a este marroquí en 2017 después de un año de una investigación que se inició tras observar un inusual aumento de robos con fuerza en turismos en la zona sur, que es donde tenía su residencia. 

Tras el registro de su domicilio y de un zulo donde ‘enfriaba’ lo sustraído antes venderlo a sus peristas, la Policía Nacional reunió una ingente cantidad de efectos, que iban desde las bicicletas a los abrigos, pasando por llaves de coches, herramientas, raquetas de tenis, televisores y un largo etcétera. Fueron precisos dos furgones para trasladar toda la mercancía a la Comisaría, que hizo un llamamiento a los vecinos de Burgos que habían sido víctimas de robo para que acudieran a a su sede de la avenida de Castilla y León a reconocer sus objetos robados. 

Su modus operandi era muy singular. Fracturaba la ventanilla de algún vehículo que hallaba en la calle. Tras llevarse los efectos hallados en su interior se quedaba con el mando a distancia del garaje y ese mismo día o en posteriores acudía al aparcamiento y desvalijaba otros automóviles. La detención se produjo en la madrugada del 24 de marzo de 2017, cuando una patrulla de la Brigada de Seguridad Ciudadana detectó la presencia de dos varones en actitud extraña, quienes, al percatarse de la presencia de los policías, se dieron a la fuga. En la carrera arrojaron al suelo una mochila que contenía efectos -valorados en 2.000 euros- que acababan de robar en varios coches. La posterior investigación permitió identificar a estas dos personas, una de las cuales es el ahora condenado, que era el cabecilla del grupo. Una banda que, según la Policía, hizo de este tipo de delitos «su modo de vida». 

Dos anécdotas ocurridas durante el registro de su casa ponen de manifiesto la frialdad con que actuaba. Al llevarse los agentes unas botas cangrejeras el ladrón les dijo que «cómo se las iban a quitar, que no iba a poder ir a coger cangrejos». Mentira, su dueño las reconoció después. Con un ordenador pasó lo mismo. Inquirió a los agentes que «cómo iba a hacer su hermano los trabajos de clase» si se lo incautaban. Hablaba de él como si fuera suyo, pero el portátil fue identificado por otra de las víctimas. Además, en uno de sus golpes se coló en una vivienda unifamiliar habitada y sustrajo el vehículo del garaje, que tenía las llaves puestas.