Versos latentes

A.S.R
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Manuel Maestre recupera la afición a escribir poesía de sus años de instituto y la vuelca en 'En algún sitio de tu voz oscura', un libro que se recrea en sus referentes artísticos y en sus raíces

Manuel Maestre, con su primer libro, primera parte de la trilogía ‘Tratado de una dicotomía’. Ya ha acabado la segunda y trabaja en la tercera. - Foto: Jesús J. Matías

Hay pasiones a los que uno se entrega sin mirar a los lados durante un tiempo para olvidarlas después. A veces desaparecen de manera definitiva; otras se mantienen latentes y resurgen en el momento más inesperado. Manuel Maestre abrazó la poesía durante sus años de instituto, volcaba sus pulsiones adolescentes en versos en los que el amor era el gran protagonista. Pero dejó esas aulas y abandonó las estrofas. Hasta este año. Había seguido escribiendo, sobre todo artículos sobre política, historia y literatura en relación con la tauromaquia, que publicaba en una revista. Pero decidió dar un vuelco a su vida y en esa voltereta irrumpió la poesía. Y lo hizo con tanto ímpetu que, también gracias al confinamiento, acaba de publicar, en autoedición con la sevillana Punto Rojo, su primer poemario, En algún sitio de tu voz oscura. Es, además, la primera parte de una trilogía, Tratado de una dicotomía, de la que ya tiene terminada la segunda entrega, Pinochos dislocados, y está trabajando en la tercera, Cuando tiendo los ojos. Busca un editor burgalés que apueste por ellas. 

«Los seres humanos estamos llenos de contradicciones y una forma de mostrarlas es escribiendo, donde mostramos nuestro mundo interior», expone el autor, que habla de esta ópera prima como un libro autobiográfico, con un homenaje a sus ancestros, a sus raíces, a su familia, pero también a sus artistas referentes, sobre todo con quienes más cruel fue la vida, «con respeto y admiración hacia estas personas que dieron su vida por enriquecer la nuestra como García Lorca, Miguel Hernández o Camarón de la Isla». 

A sus 51 años, quedan lejos las horas de recreo y las primeras miradas, la experiencia vital ha envuelto su poesía de otro tono distante de aquel inicial, pero reconoce que sus versos de hoy son herederos de aquellos que surgían en las clases de la Sagrada Familia y hace un guiño a aquel joven con la inclusión de algún poema de la época: Dejaré un reproche olvidado / en algún sitio de tu voz / donde el camino / se hace duro con la noche / y la derrota es ese huésped / que nos visita al caer el día (...). 

Los años han virado su poesía hacia las raíces, los paisajes de su pueblo, Quintanamanvirgo, la vida de trabajo y esfuerzo de su padre representada en el árbol vigoroso que crece en medio de un campo sin puertas -Que privilegio / sentarme a tu vera / y sentir retoñar / el calor que alimenta / la candela...-, el amor por encima de todo a su familia, la seguridad encontrada en su casa, el rechazo de la envidia... o la importancia de la cultura, de los cómicos, de los que se siente parte -es miembro del grupo de música tradicional Arbayal-. 

Cuenta Maestre que es un escritor de inspiración. No necesita ninguna circunstancia especial. «Simplemente, estoy en la cocina, se me ocurre algo y lo anoto en la libreta, incluso algún poema está escrito en la barra del bar (regentó durante 21 años la Taberna Maestre en Capiscol). Tengo una capacidad de abstracción brutal», desvela quien simplemente  ve en la poesía una manera personal de contar la vida.