El 28 de febrero quedará marcado, a partir de ahora, en la historia de Campofrío.Esta fecha no tendrá la relevancia de otras como la del incendio de la fábrica burgalesa o la de su posterior reconstrucción, pero sí supondrá un nuevo paso de la multinacional en su afán por ampliar fronteras, reducir costes y de paso contribuir a dejar una huella ecológica lo más reducida posible. El acto no contó con cámaras de televisión, ni cortes de cinta ni discursos, sino que más bien se trató de una operación rápida y discreta que sin embargo se remonta dos años atrás, cuando surgió la idea de explorar la vía ferroviaria como el método para transportar vagones con productos congelados hasta el Puerto Seco de Barcelona, desde donde posteriormente viajan hasta países asiáticos.
En la actualidad son cerca de 50.000 las toneladas que, con origen en Burgos, salen cada año hacia naciones comoChina, Japón o Corea del Sur, y que hasta la fecha llegaban a la Ciudad Condal a través de carretera. Sin embargo, a partir de ayer comenzarán poco a poco a cambiar el asfalto por las vías y las traviesas; en un principio se han programado dos frecuencias de nueve vagones cada una por semana -miércoles y viernes-, que pasarán «en un corto plazo de tiempo» a tres, incluyendo los lunes. Fuentes de la compañía aseguran que esperan poder estrenar este nuevo horario en el mes de abril, con el objetivo de sacar desde la terminal de Villafría cerca de 3.000 contenedores anuales. «Queremos que el 100% de los productos que exportamos a Asia se desplacen a través del tren», admiten esas mismas fuentes.
nuevas oportunidades. Al tratarse de una primera prueba, y dada la actual limitación del suministro eléctrico delPuertoSeco, Campofrío apenas pudo cargar al tren 9 vagones plataforma con una longitud total de 113 metros, con dos potentes generadores en medio que iban alimentando a cada uno para mantener una temperatura media de -18 grados centígrados, esencial para no estropear la carne de cerdo congelada que se incluyó en su interior.El resto de convoy, formado por otros 11 contenedores, alcanzó los 344 metros, y albergaban mercancías no refrigeradas de distinto tipo de otras compañías burgalesas. La intención del Centro de Transportes de Burgos, de la Aduana y de la propia Campofrío, y para lo que ya están trabajando junto a Adif, la Cámara de Comercio y distintas administraciones, es pasar de los 16 enchufes actuales hasta los 60, lo que multiplicaría la capacidad de almacenamiento. Al contar con una mayor potencia, podría aumentarse el número de frecuencias hasta una diaria, ya que el Puerto Seco contaría con mayor capacidad para albergar contenedores a la temperatura requerida en sus instalaciones. «Podrían estar interesadas todas las empresas en un radio de 250 a 300 kilómetros a la redonda», explica GonzaloAnsótegui, director delCentro de Transportes de Burgos, y que ayer estuvo supervisando la carga de la mercancía en el tren. «Estamos en una primera fase provisional que nos permite manejar de 20 a 30 contenedores a la semana.Queremos aumentar hasta los 60», anuncia Ansótegui.Esta última cifra ronda la necesidad que la multinacional de alimentación mueve cada semana, y donde además se podrían incluir otras firmas burgalesas que trabajan con productos congelados.
Todos los actores implicados, incluido IgnacioSanMillán, gerente de Asercomex y parte fundamental en alAduana, recuerdan y agradecen profundamente las facilidades que organismos comola AgenciaTributaria, elAdministrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) y especialmente la Subdelegación del Gobierno han puesto para que esta realidad haya sido posible. «Si somos capaces de que opere bien puede ser un punto clave para el desarrollo logístico de Burgos.Vamos a ser tractores de más tráficos próximos a Castilla y León (Valladolid, Salamanca...) o de regiones cercanas», sentencia el también tesorero de FAE.