La despedida más larga

M.R.Y. (SPC)
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Cuatro años y medio después de la celebración del referéndum que determinó la ruptura británica, el Brexit se convierte en una realidad que abre una nueva etapa en la Unión Europea

La despedida más larga - Foto: HENRY NICHOLLS

Cuatro años, tres prórrogas, miles de horas de negociación... El Brexit es ya una realidad. Y es un divorcio consensuado, con un acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea que permitirá iniciar una nueva etapa de relación colaborativa, a pesar de que se han producido varios desencuentros que han puesto en duda que la ruptura pudiera llegar de manera amistosa.

Amistosa... por el momento, puesto que en un proceso como la salida británica del bloque comunitario no hay nada escrito y en cualquier momento se puede dar un giro de guion inesperado.

Ya pasó hace apenas unas semanas, cuando el Gobierno de Boris Johnson quiso cambiar unilateralmente algunos detalles del Tratado de Retirada aprobado por Londres y Bruselas en 2019. Y no se descarta que el primer ministro decida hacer algo parecido una vez que la legislación europea deje de regir sobre suelo anglosajón.

Como siempre apurando los tiempos -ya sucedió con el acuerdo que daba luz verde al divorcio-, el documento que apuntala las relaciones a ambos lados del Canal de la Mancha a partir de ahora se cerró una semana antes de que el Brexit fuera definitivo. Y, para ello, ha habido muchas concesiones, desde los dos equipos negociadores, que se teme que el Reino Unido pueda incumplir. Porque, realmente, el pacto alcanzado en Nochebuena es mucho menos beneficioso para los intereses británicos de lo inicialmente previsto, cuando Theresa May estaba al frente del Ejecutivo.

El órdago de Johnson de que no le iba a temblar la mano si tenía que llevar a cabo un divorcio a las bravas fue realmente un intento de que la UE rebajase sus exigencias. Sin éxito. Al final, ha tenido que ser el propio Ejecutivo británico el que se ha visto obligado a ceder -sin ir más lejos, reclamaba un 80 por ciento de la pesca europa capturada en aguas inglesas y se ha quedado con un 25 por ciento (más cercano al 15 por ciento planteado por la UE)-.

A nivel de a pie, vuelven el roaming, el pasaporte y los visados.

En el ámbito de la llegada de extranjeros, sí ha conseguido imponer su ley. Cualquier comunitario que quiera residir en suelo británico deberá solicitar un visado de entrada con un sistema por puntos que varía desde el salario o el conocimiento de inglés. Los ciudadanos con permiso de residencia tienen garantizada la asistencia sanitaria. Unas medidas de reciprocidad para los británicos que quieran hacer lo mismo en la UE.

El comercio, la seguridad, la competencia... todo se irá viendo tan pronto empiece esta nueva etapa que parecía que no iba a llegar nunca. Pero que ya está aquí.