Aún con el susto en el cuerpo y con cierta resignación, los vecinos de la urbanización de San Mamés donde un incendio en el garaje comunitario calcinó decenas de coches limpiaban ayer los portales y recogían algunos enseres para alojarse en otros lugares. El hollín que aún invade sus hogares y los desperfectos generados en las tuberías hacen imposible, por el momento, su estancia en las viviendas. Solo unos pocos, algunos de ellos sin sitio al que ir, permanecen allí tras la catástrofe. Mientras tanto, la Guardia Civil continúa investigando las causas de un siniestro que pudo terminar en tragedia. 

Porque, tal y como señalaba un vecino que ayer se acercó por su vivienda para ver su estado y conocer si había algún avance de la Benemérita, «si esto en vez de a las doce sucede a las tres no lo contamos». Visiblemente afectado por lo ocurrido, narraba cómo tuvo que abandonar a la carrera el edificio descalzo y en pijama. «Me movía porque conozco mi casa, pero con el humo no veía más allá de un metro», relataba con los ojos vidriosos. Era consciente de que los dos coches y la moto que guardaba en el subterráneo las podía dar por perdidas. También que pasarán muchas semanas antes de que pueda volver a vivir allí, porque, insistía, «el destrozo es grande». 

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