«Lo que Sonorama ha unido...»

I.M.L.
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Entre concierto y concierto surgen amores, reencuentros de amigos, familias que disfrutan juntas de la música, voluntarios que lo dan todo y jóvenes generaciones que son el futuro del festival

«Lo que Sonorama ha unido...» - Foto: DB

Si la vida es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama, hay una pareja que puede asegurar que «Sonorama es todo, aunque no estemos, la fecha es supersignificativa». Así de rotunda lo dice Ari, la mitad sonorámica de Jaime. Junto protagonizaron una de las historias más románticas de la historia del festival. Y todo surgió de un cambio de planes.

La edición del 2012 fue una sorpresa para este chico leonés llamado Jaime. Tenía las vacaciones preparadas a Santander cuando, de repente, sus compañeros de viaje cambiaron de planes y acabaron en el festival arandino. Ese año conoció a Ari, una chica bilbaína, al pedirle que les hiciese una foto al grupo de amigos. «Yo iba con una amiga pero sólo una noche, aparcamos a la entrada del camping. Conocía a Jaime esa noche y, cuando fuimos a coger el coche, estaba atrapado por otros 200 así que decidimos quedarnos allí», recuerda ella.

Yo iba con una amiga pero sólo una noche, aparcamos a la entrada del camping. Conocía a Jaime esa noche"

Ahí comenzó una historia de amor, que se fue alimentando con el combustible de la música. «Me regalaron una maqueta de Yani Como. Empecé a escuchar esas canciones y me acordé de todo lo que había ocurrido en Sonorama y, en concreto, un tema que se titula Olvídate de mí. La ponía todos los días para ir al curro y era muy especial, iba en el coche con mi traje y sonrisa de bobo», comenta Jaime. 

Al poco de convertirse en pareja, Ari se mudó a trabajar a Madrid, y a vivir con Jaime. Estando tan cerca de Aranda, se dejaban caer por la ciudad algún fin de semana y terminaron conociendo a Javier Ajenjo. «Le contamos nuestra historia y, como es un sentimental, le encantó», apunta Jaime. Eso le animó a pedirle su complicidad en el acto tan crucial de pedirle a Ari que se casase con él. Fue el 15 de agosto de 2015, en pleno sábado sonorámico, y que obtuvo otra vez una respuesta positiva. 

¿Y la boda? No podía ser una celebración típica, fue una Sonoboda, o Sonowedding, que se celebró el 16 de julio de 2016, con Javier Ajenjo como testigo. 

Ahora, esta historia de amor tiene un nuevo capítulo. Se llama Guille, tiene 4 años, y aún tendrá que esperar dos o tres para descubrir Sonorama Ribera aunque «él tiene una lista en el coche con muchos de los grupos, como Izal, La M.O.D.A., que somos muy amigo». De tal palo, tal astilla.