Los hijos del Sonorama

A. del Campo
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Con solo 15 y 16 años Guillermo y Abel son unos habituales de las primeras filas del festival arandino; allí es donde demuestran que conocen a la mayoría de grupos y se ganan la simpatía del público

Guillermo, con la camiseta de ‘El Peor Grupo del Mundo’ de Sidonie, y Abel, con gafas, disfrutan de un concierto de la plaza del Trigo a hombros de otros fans. - Foto: Sergio Erre Photo (Sonorama)

En medio de la algarabía de un concierto, aunque parezca que no, siempre hay tiempo para observar al resto del público, incluso aunque seas uno de los fans que no para de botar. Y en ese repaso general, en Sonorama suele haber dos personas que llaman la atención por encima del resto. Lo hacen en primer lugar por su juventud y en segundo por la pasión con la que viven el momento, coreando las canciones de la mayoría de grupos y demostrando una cultura musical que muchos treintañeros envidiarían. Estos precoces fans son Guillermo Díez y Abel Pérez, tienen 15 y 16 años respectivamente y ya son unos clásicos de las primeras filas del festival ribereño.

La pasión que los dos adolescentes arandinos desprenden por la música es contagiosa, y no es una moda tan efímera como las stories de Instagram, sino que viene de lejos. Guillermo vivió su primer Sonorama con cinco años. La razón es la afición de sus padres por la música. «Siempre me han puesto discos y me han enseñado grupos en casa. Y desde pequeño me llevan a la plaza del Trigo, al recinto empecé a ir más tarde, con nueve años o por ahí», recuerda el joven ribereño. Desde entonces solo se ha perdido un Sonorama, el de 2016. «Mi hermano suspendió una asignatura y nos fuimos de vacaciones los días del festival. Ese fue el castigo», explica. Y es que la negociación de las vacaciones en su casa siempre tiene una condición, que estas no coincidan con el Sonorama.

Con el paso de los años, la forma de vivir el evento musical de su ciudad ha cambiado, ahora Guillermo se separa de sus padres, que también acuden a los conciertos, para ganarse un hueco en primeras filas. Esa obsesión cantada por Love of Lesbian la razona su amigo Abel: «Ahí siempre hacemos amigos desde el jueves hasta el domingo. Tenemos amigos de Córdoba, Asturias, Galicia… hasta un matrimonio con unos niños que se llaman ‘padresindies’ en Instagram, tenemos su número y todo y mantenemos contacto con ellos».

La fuerza que Guillermo demuestra cuando habla de música arrastró hace unos años a su compañero de festival, Abel. Este otro arandino fue a su primer Sonorama en 2016, justo cuando Guillermo estaba castigado de vacaciones, por eso no compró abono y se conformó con los conciertos del centro. Con eso le sobró. «Ahí no pilotaba mucho pero fue el cartel que más me gustó, que fue solo música española por el 20 aniversario. Además el entusiasmo de ser mi primer Sonorama», destaca Abel aclarando que antes, las vacaciones de sus padres le habían impedido disfrutar del festival.

Los dos ‘sonoramers’ han vivido muchos momentos juntos en el evento más grande de su ciudad y no tienen dudas sobre cual es su favorito. Los dos se quedan con los conciertos y las sorpresas de la plaza del Trigo. «Son un bombazo. Luego también es el ambiente, la música, la felicidad, se junta todo», remarca Abel. En esa misma plaza es donde Guillermo tiene sus primeros imágenes del festival: «El recuerdo que se me viene a la cabeza es de cuando tocó Pasajero en el Trigo. Creo que fue sobre 2013. También Sidonie una vez que tocó, creo que antes».

A pesar de su juventud, o quizá por eso, los dos adolescentes siempre consiguen colarse en las ansiadas primeras filas. Son unos expertos y cuentan, con gracia, su secreto. «Perdón... Puedo pasar... Así consigo llegar», admite Guillermo. Una vez allí, la reacción de la gente es inmediata. «Nos dicen, anda, un chaval al que le gusta este tipo de música. Qué raro, ¿no? ¿Te sabes todas?», añade el joven de 15 años. «Creo que flipan un poco cuando nos ven en primeras filas. Y luego hablamos con ellos de música y se quedan asombrados», apostilla Abel.

La soltura que tienen los dos en la zona más demandada de los conciertos es tal que consiguen hasta ser subidos a hombros. «Se lo pedimos a gente que hemos conocido en ese momento o que no conocemos de nada y solo pedimos que nos levanten», admite Guillermo. «Muchas veces se ofrecen incluso a cogernos, es un ambiente muy bueno», destaca Abel.

La influencia del Sonorama en estos dos adolescentes no se limita a los cinco días del Sonorama. El festival ha marcado sus gustos musicales y la mayoría de los grupos que escuchan los han descubierto en conciertos: Cala Vento, Xoel López, Sidonie... Como buenos sonoramers tienen esperanzas en las sorpresas de este año y Guillermo aprovecha para pedir a Novedades Carminha o La Casa Azul, Abel para admitir que tiene ganas de ver a Fangoria. Ambos llegan hoy al final de una «espera que cuesta bastante», la de un festival que «significa mucho» para ellos porque trae a sus grupos favoritos a su ciudad. Esas bandas que les acompañan el resto del año porque ellos ya son, al menos musicalmente, hijos del Sonorama.