Que el fútbol es hoy esencialmente un negocio no lo pone en duda nadie: clubes y jugadores son multinacionales que generan y facturan potosíes, y en torno a cada partido se mueven millones de euros en apuestas. Hay quienes, con audacia, han sabido coger el rebufo de esa corriente rampante e imparable. Uno de ellos es un burgalés de Villarcayo llamado Francisco Condado, propietario y gerente de Patatas Fritas Los Leones, fábrica ubicada en la capital de la Merindad de Castilla la Vieja. Si hace un lustro pegó el campanazo al convertir su producto en el snack oficial del Athletic de Bilbao cuando juega en San Mamés, su conquista no ha quedado ahí: las crujientes y deliciosas patatas villarcayesas se consumen hoy de forma exclusiva en otros cinco estadios de la élite balompédica patria en bolsas convenientemente tuneadas con los colores y escudos de sus respectivos clubes. Así, las aficiones de Sevilla, Betis, Celta de Vigo, Málaga y Real Oviedo dan cada fin de semana cuenta del producto estrella que sale de la renovada factoría villarcayesa. Y no serán las últimas.
«Tras conseguir lo del Athletic de Bilbao me dije: ¿y por qué no intentarlo con otros clubes? Conseguí contactos de otros clubes a través de una persona relacionada con el Athletic y poco a poco fuimos cerrando acuerdos». Esta expansión ha supuesto un crecimiento en el volumen de producción y beneficios de Los Leones, empresa que este año va a celebrar 60 años, si bien Condado considera que es una cuestión principalmente estratégica. «Lo de los clubes de fútbol está muy bien, pero también hay que pensar que es estacional. Lo más importante es que nos permite abrir nuevos mercados: en Sevilla hemos abierto un almacén no sólo para surtir al Sevilla y al Betis, sino para vender otros productos nuestros. Estamos presentes en nuevos mercados, en provincias y regiones en las que antes no estábamos.El fútbol está siendo la llave de entrada. Todo lo que sea vender es bueno.Según está el mercado hoy, o buscas estrategias nuevas, o es complicado», explica.
Las relaciones con los nuevos clubes son muy buenas, señala Condado, si bien ya ha podido testar que los hay «más endiosados que otros». No supone para el empresario burgalés problema alguno que sus patatas se vendan por igual en el Villamarín (campo del Betis) que en el Sánchez Pizjuán (campo del Sevilla), enemigos íntimos. «Lo saben y no hay ningún problema. En cada estadio se venden nuestras patatas con los colores del equipo». Admite, eso sí, y respecto a lo que a él le atañe, que son los verdiblancos quienes ganan el derbi: de largo, es la afición que más consume patatas Los Leones (sin superar a la del Athletic, ojo).
Admite estar negociando ya con otros clubes, alguno bien heráldico y ganador de ligas y torneos europeos, pero hasta aquí podemos escribir, no vaya a truncarse el fichaje. Más importante que se consuman sus patatas en los estadios, indica Condado, es que se haga lo propio fuera de estos, en los bares y establecimientos que los rodean. Ya no digamos si Los Leones se cuelan en centros comerciales de cada ciudad. Con todo, las patatas futboleras de Francisco Condado representan ya en torno a un 10 por ciento de su producción anual, que supera con creces el millón de kilos de patatas que pasan por las máquinas y freidoras de la fábrica burgalesa. El empresario burgalés se muestra muy satisfecho con esta estrategia vinculada al gran negocio del fútbol. «Es que, o te mueves, o te mueres», apostilla.
una patata especial. El mercado de Patatas Los Leones se extiende desde hace años por todo el norte de España: País Vasco, Castilla y León, Cantabria, Asturias y Galicia, regiones en las que la empresa está consolidada. Ahora está con plena expansión por el sur, sin olvidar el mercado internacional: Estados Unidos, Austria, Alemania. La clave de Los Leones, defiende Condado, es que es una patata de sartén de primera calidad, un aceite de primera calidad y un trato de primera calidad. Y que las tres cuestiones juntas ofrecen «un producto de primera calidad».
La patata que se fabrica en Los Leones sale de tierras burgalesas en su mayoría. Es la que se conoce como ‘ patata agria’, especial para freír. El buen rendimiento de la factoría, en la que trabajan en torno a una veintena de personas, ha permitido invertir más en ella (su nuevo aspecto exterior delata el éxito de la empresa) y mejorar todas las líneas, con nuevas máquinas y freidoras. Es en esta fábrica en la que se realiza todo el proceso de producción, con todos los avances tecnológicos y sanitarios, y con una gestión empresarial moderna y dinámica que une la tecnología más avanzada con la tradición artesanal.