Los vagones postales, una mirada a los ya perdidos 'correos'

ANDRÉS GALARÓN
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En el interior de aquel característico vagón amarillo se guardaba el servicio de transporte de correspondencia, donde los empleados se hacían cargo de la clasificación y archivo del correo en pleno viaje

Los vagones postales, una mirada a los ya perdidos 'correos'

Siempre los trenes han fascinado a los más pequeños y el poder disfrutar de ellos podía llegar a ser posible con los eléctricos, que discurrían por sendas vías en los rincones del hogar. En todos sobresalía por su colorido uno de un llamativo amarillo, el de Correos, y por su forma redondeada, el de Campsa. A ese precisamente amarillo dedicamos éstas líneas.

En el interior de aquel vagón en los trenes de verdad se guardaba el servicio de transporte de correspondencia, donde los empleados se hacían cargo de la clasificación y archivo del correo en pleno viaje. 

Los populares correos para la población en general y los ambulantes para el mundo del coleccionismo. Las primeras expediciones ambulantes, allá por septiembre de 1855 fueron entre Madrid y Albacete, en un servicio pionero y que marcó hitos en la historia postal. Por su parte el 30 de junio de 1993, partía de la madrileña estación de Chamartín, la que iba a ser la última expedición ambulante por ferrocarril del correo español.

Hoy, donde el protocolo sanitario nos tiene en casa, nos hace reflexionar sobre esos servicios, que en este tiempo Correos solo presta el servicio postal público con el personal mínimo imprescindible. Por ello miles de personas han dejado de recibir en sus hogares la prensa diaria a la que están suscritos. Los medios de la prensa escrita prestan un servicio esencial en unas circunstancias tan excepcionales como las actuales. Miles de trabajadores de la prensa diaria están pegados a la actualidad con vocación de servicio y más cerca de la sociedad que nunca.

Correos nos recordó en la filatelia con un sello, el exterior de un coche postal de la serie 1500 en el anverso y, en el reverso, el interior del mismo, donde el ambulante, las sacas y sus enseres forman una visión ya inexistente. Cuantas cosas que han ocurrido se ven reflejadas en esos pequeños trozos de papel que hoy en día sirven de imborrable y merecido recuerdo.