Los 331 establecimientos hosteleros activos en la provincia (entre hoteles, hostales y pensiones) están viviendo el peor año de su historia. No hay antecedentes posibles sobre lo que está desencadenando la pandemia, que ha puesto en jaque a un sector que había adquirido un gran protagonismo económico en los últimos años. 

Los datos muestran claramente la debacle: en seis meses de actividad, los hoteles han perdido el 71% de su negocio. En números absolutos son 700.646 pernoctaciones menos, un desplome de actividad que sitúa a la provincia como la más castigada de Castilla y León, donde el negocio ha caído un 66,5% entre enero y junio.

Son los datos del último Boletín Turístico Regional, relativos al mes de junio, que visualizan el desplome del sector desencadenado por la situación de alarma nacional, la limitación de la movilidad geográfica y el cierre de fronteras internacionales.

La ocupación de las 11.783 plazas disponibles en la provincia se ha situado entorno a un 23%, lo que supone un descenso del 38% con respecto a lo que se registra  un año normal. 
Y el porcentaje podría se mucho mayor si no fuese por los meses de enero y febrero, cuando el comportamiento del turismo arrastraba la inercia de las vacaciones navideñas y un 2019 que fue bueno en visitantes y pernoctaciones.

La estadística regional no recoge los precios y a la postre la rentabilidad de estos negocios. En este sentido, respondiendo a una situación excepcional, los precios se han rebajado hasta más allá de un 50% para intentar atraer al casi nulo movimiento de viajeros que se ha permitido durante los meses duros del confinamiento y la desescalada. 

Con la segunda oleada de contagios en pleno apogeo, aumentan las dudas de que en el primer trimestre de 2021 la situación se haya normalizado.