Trabajadoras frente a tópicos

G.G.U.
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Andrés ha escuchado comentarios jocosos ante tareas que se le atribuyen por defecto a Fernández, lo cual prueba que la sociedad aún perpetúa estereotipos en torno al trabajo

Gema María Andrés, taxista (i.), y Natalia Fernández, enfermera. - Foto: Alberto Rodrigo

Gema María Andrés fue la primera mujer en conducir un taxi adaptado en Burgos y, entonces, 2012, tuvo que escuchar mofas del tipo «a ver si vas a poder empujar tú sola la silla de ruedas». Un comentario que jamás se le haría a Natalia Fernández, enfermera en la residencia de ancianos que tiene la Junta en Fuentes Blancas, por la sencilla razón de que se da por hecho que empujar la silla de ruedas forma parte de su trabajo. «¿Ves? Es un ejemplo claro de que la situación genera el estereotipo...», coinciden las dos mujeres, que no se consideran feministas, pero recalcan que hay que terminar con las desigualdades por razón de sexo. «No puede ser que ella cobre menos que un hombre por un mismo trabajo», afirman.

Andrés y Fernández desarrollan su profesión en ámbitos opuestos: el gremio del taxi, todavía muy masculinizado, y los cuidados de enfermería, aún muy feminizado. «Es más, creo que como ellos todavía son pocos, se les trata a mimo», apunta Fernández, que en la residencia de Fuentes Blancas todavía no tiene compañeros.

Al volante del taxi en la capital, en cambio, ya hay doce mujeres. Un porcentaje que apenas supera el 6% del total de 186 licencias. Una diferencia aún más acusada cuando Andrés se presentó al examen, sin que eso le hiciera plantearse dar el paso ni por un segundo. «Nunca lo pensé. El taxi era una vía de trabajo, mi marido decidió prepararlo y yo también. Yo lo saqué y él se quedó de amo de casa», explica Andrés, risueña, destacando que, en general, la clientela agradece ver a una mujer al frente del coche. «Solo una vez me ha pasado, y no hace tanto tiempo, que una mujer no quiso coger mi taxi porque lo conducía yo y se fue al del compañero de atrás, que vino a explicármelo», recuerda Andrés, todavía sorprendida porque el rechazo lo manifestara una clienta.

En el día a día de Fernández no se dan estas situaciones, porque está asumido que los cuidados de enfermería los va a desarrollar una mujer. El único tópico que perdura en ese sentido es el de la profesional «sexy» y, por lo tanto, ligera de ropa, «que no tiene nada que ver con la realidad y que, por suerte, está muy separado del ámbito laboral», destaca la profesional.

Hoy, 8 de marzo, creen que se da un paso más para poner coto a las desigualdades que todavía existen en el ámbito del trabajo y en el de la sociedad en general, pero lo hacen con un punto de vista crítico. «En algunos casos veo que se lleva a extremos y eso no me gusta», señalan Fernández y Andrés, manifestando su disconformidad con que en el programa de hoy haya actos solo para mujeres. «Si queremos igualdad, tiene que ser para todo», señalan, concluyendo que «no se trata de ser más o menos que ellos, sino iguales, dentro de las diferencias que tenemos hombres y mujeres».