El turista nacional aglutina 2 de cada 3 reservas hoteleras

L.M.
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La tendencia durante los últimos años en Burgos era al revés, con prevalencia del visitante extranjero sobre el español

La ocupación de camas durante la semana ronda el 30% según la patronal de los hosteleros mientras que de viernes a sábado se eleva hasta el 50%, números muy discretos para el verano. - Foto: Luis López Araico

En el verano más atípico que se recuerda, el turismo está sobreviviendo como buenamente puede. Las estampas habituales de otros años con la plaza de la Catedral a rebosar de visitantes, los albergues llenos de peregrinos o el mirador del Castillo hasta arriba de personas han dado paso a una ‘nueva normalidad’ donde priman la distancia entre individuos, las medidas de higiene y, sobre todo, las mascarillas. Además, el perfil de los viajeros que se deciden por Burgos ha cambiado en buena parte: si en veranos pasados los extranjeros suponían cerca de dos de cada tres reservas hoteleras, dadas las condiciones de este 2020 el turista nacional ha tomado ese papel, relegando al foráneo a un plano algo más secundario.

Francia es el origen de la mayoría de visitantes que están estos días por la capital o provincia, con Reino Unido como segunda nación con mayor representación. Lejos ya de estas dos se encuentran los ciudadanos de Alemania, Suecia o Países Bajos. «Llegan de camino hacia las playas del sur de España y hacen parada de una noche en Burgos», explica Luis Mata, presidente de los empresarios de hoteles y vicepresidente de la Federación de Hostelería. 

Entre la clientela nacional Mata distingue tres perfiles muy definidos: el que llega por cuestiones laborales, aunque estas se han reducido en una proporción considerable; los que viajan los fines de semana -familias o incluso grupos pequeños- y el que está de paso, donde también se incluyen los extranjeros. «Mantenemos la previsión de rondar el 40% de ocupación en julio y el 60% en agosto. Más o menos andaremos por el 50% al final del verano», apunta. Desde la Federación de Hostelería cruzan los dedos y esperan que los rebrotes que afectan a otros puntos del territorio nacional pasen de largo por Burgos, ya que de ocurrir las consecuencias pueden ser catastróficas para un sector duramente castigado durante los últimos meses del año.

Entre semana, en mínimos. Aunque para viajar da igual lunes que domingo, los fines de semana continúan siendo los reyes de los desplazamientos. Luis Mata apunta que las plazas tienen una ocupación que ronda el 50% de viernes a domingo, mientras que de lunes a jueves el porcentaje cae hasta el 30%. «Seguimos en una media del 40% desde el inicio del verano, aunque sí que se nota el empuje en el fin de semana», indica.

El paso del tiempo y la familiarización progresiva con los nuevos hábitos de vida -mascarilla, geles, distancias...- está ayudando a que la gente se anime más a viajar, aunque su impacto es aún muy leve. Además, Luis Mata apunta a la amenaza del rebrote como uno de los puntos negros que echan para atrás a los turistas. «Hay bastante miedo a un potencial cierre de establecimientos o a que se notifique un rebrote», explica Mata, que pone como ejemplo las consecuencias que tendría para la ciudad la clausura de un albergue del Camino de Santiago en ciudades comoLeón o Logroño. «Muchos se darían la vuelta y eso nos afectaría gravemente», afirma.

Con respecto a las próximas semanas, apuntan a la celebración de la Vuelta ciclista a Burgos -a falta de la confirmación final por parte del Ministerio de Sanidad- como uno de los puntos fuertes de la campaña turística estival.