El refrán ‘las cosas de palacio van despacio’ es aplicable a cualquier ámbito de la administración pública pero en el caso del nuevo centro de salud del Silo se queda corto. Su construcción es una demanda de usuarios, profesionales y vecinos que se arrastra nada más ni nada menos que desde 2003. El de Federico García Lorca, levantado en unos bajos residenciales hace más de 30 años, no reúne las condiciones adecuadas.

Tiene consultas ciegas o solo dispone de tres salas de enfermería para 10 profesionales y se ha quedado pequeño para atender a los más de 18.000 usuarios de los barrios G-9, La Ventilla, Gamonal, Castañares o Capiscol. En 2009 se aprobó su construcción, una vez que el Ayuntamiento cedió los terrenos junto al Silo, y se hizo el proyecto en 2011. Tras figurar una partida para su construcción en los presupuestos regionales, se dejó pendiente con la llegada de la crisis.

De hecho, se anunció que funcionaría en 2013. El tiempo fue pasando sin que la dotación diera nuevos pasos y en 2016 se retomaron tras las protestas vecinales.

La Junta tomó nota y puso en marcha la maquinaria administrativa ese mismo año. Hubo que modificar el proyecto redactado en su día, consignar partidas presupuestarias plurianuales y convocar el concurso, lo que no se produjo hasta el año 2018. Cuando todo parecía estar encarrilado, nuevo jarro de agua fría.

Después de varios de meses con las obras paradas, la Plataforma Centro de Salud, Ya inició en noviembre de 2019 concentraciones de protesta para exigir a la Junta la reanudación de las obras. Se celebraban todos los miércoles en la glorieta del Peregrino. A finales de enero se decidió suspenderlas para iniciar «negociaciones políticas» e, incluso, llegaron a invitar a la consejera de Sanidad, Verónica Casado, a visitar las instalaciones del centro de salud Federico García Lorca. Medio año después todo sigue igual pero la paciencia de los usuarios se acaba al ver cómo podrían haber contado ya con un nuevo edificio y no tienen ni una fecha de reanudación de las obras.