Una lucha de partido

C.M.
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Corona Ortiz, afiliada al PSOE desde 1977, y María Núñez, a NNGG desde 2018, analizan la importancia de las iniciativas legislativas para lograr la igualdad aunque con puntos de vista diferentes sobre las penas a los maltratadores

La veterana socialista Corona Ortiz y María Núñez, recién afiliada a las Nuevas Generaciones del PP. - Foto: Alberto Rodrigo

Corona Ortiz (77 años) estará hoy en la manifestación del Día Internacional de Mujer, un acto al que no ha faltado desde los años 70, mientras que María Núñez (20 años) no acudirá aunque considera que es una jornada en la que hay visibilizar la discriminación. Sin embargo, ambas pelean por lograr esa ansiada igualdad desde un partido políticos. La primera en el PSOE, al que lleva afiliada desde 1977, y la segunda, en Nuevas Generaciones del PP, formación a la que pertenece desde el verano pasado.

Aunque con planteamientos totalmente opuestos, ambas consideran que se ha avanzado mucho en la igualdad pero todavía queda camino por recorrer. Corona lo sabe bien, empezó celebrando este día cuando llevaba la etiqueta de mujer trabajadora, que luego se quitó pues al fin y al cabo todas lo eran aunque fuera en el hogar. «Empecé en los movimientos feministas pero cuando se legalizaron los partidos políticos seguí un tiempo en la Asamblea de Mujeres de Burgos pero después se creó dentro del PSOE un grupo de mujeres al que me sumé. Nunca me he perdido una manifestación», indicó.

Recuerda que tuvo que escuchar muchas voces que decían que «las feministas éramos feas y que no teníamos quién nos mirase a la cara y, por ello, nos agrupábamos». «Yo me peleaba contra esas afirmaciones porque siempre me ha gustado ir arreglada. Ese poso sigue en los hombres: feminista es igual a desgreñada o marimacho».

Esta situación no la ha vivido María debido a su juventud aunque su abuela se lo haya podido contar. «Los hombres se consideraban que eran más fuerte mental y físicamente, lo que para nada es así. Aunque todavía quedan cotas como por ejemplo, la desigualdad en el salario o el acceso al empleo».

La invisibilidad de las mujeres a partir de los 50 años es lo que más le duele a Corona y así se lo traslada a María. «Acuérdate de lo que te digo, no lo has sentido todavía», le dice, al tiempo que le recomienda ver la película Cuestión de Género para comprenderlo.

La joven de Nuevas Generaciones respeta la vía de las manifestaciones para reivindicar la igualdad pero tiene claro que son los partidos políticos y el Gobierno los que tienen que poner de su parte con iniciativas y leyes que apoyen a las mujeres. Reconoce esta estudiante de tercero de Derecho de la UBUque algunos compañeros la miran con recelo por pertenecer a un partido. «Se considera que el PPno lucha por los derechos de la mujer, lo cual no es cierto.Es mejor estar dentro de un partido para proponer iniciativas y aportar tu granito de arena que con pancartas».

La veterana militante socialista está totalmente de acuerdo. «Si quieres cambiar las cosas que no te gustan deben ir a las urnas. Es la verdadera manifestación; ahí tienes que decir lo que no te gusta. No hay que decir ¿qué me dan? cuando va uno a afiliarse a un partido sino qué es lo que no me gusta y quiero cambiarlo».

Ambas muestran su preocupación por la violencia contra las mujeres, una lacra que no cesa. «Es un dolor enorme. ¡Hasta dónde vamos a llegar!. Noto como una involución entre los jóvenes. Que un chaval controle el teléfono móvil de la chica, la aparte de sus amigos, la diga lo que se pone y, ella lo aguante, me subleva», lamenta Corona.

María reconoce que estas situaciones se dan aunque la gran mayoría de los jóvenes «no lo hace». «Se empieza por controlar, pero luego se va elevando la voz y se llega al maltrato psicológico o incluso físico y lo peor es que se llegue a matar». Por ello, su partido apuesta por aplicar la prisión permanente revisable para los delitos machistas. «En la cárcel no se reinsertan», un extremo que se rechaza desde el Partido Socialista: «Ya hay unas leyes justas», aunque son los jueces los que aplican las sentencias».

A pesar de las posiciones antagónicas por los partidos a los que pertenecen, ambas coinciden en que la receta para acabar con esta lacra es la educación no solo por parte de los padres y las madres sino también  de los centros educativos, de modo que hay esperanza.