Al pasajero, ni agua

H.J.
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La estación de trenes lleva desde el mes de diciembre con la cafetería cerrada y ni siquiera ofrece máquinas de comida o bebida a los usuarios. El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias asegura que las instalará «próximamente»

La imagen de desolación de la terminal es más palpable aún en los últimos meses, con los servicios ferroviarios reducidos desde el estado de alarma. - Foto: Jesús J. Matías

La estación de trenes de Burgos podría ser un magnífico escaparate de la ciudad. Es un edificio luminoso y amplio, dimensionado para muchos años de servicio público. Presenta una imagen moderna y cuenta con multitud de locales comerciales que podrían ofrecer de todo a los pasajeros. Y sin embargo resulta cada vez más hostil para cualquiera que opte por los viajes sobre raíles.

En la terminal Rosa de Lima Manzano hace meses que cerró la cafetería. La empresa Medas, que la gestionaba anteriormente, dejó el local y el concurso abierto por el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) quedó desierto. Nadie optó a la explotación del local, para la que se solicitaban 8.000 euros al año más una inversión inicial de otros 115.000, y desde finales de diciembre dejó de servir alimentos o bebidas.

La alternativa que les quedaba a los viajeros eran las máquinas automáticas de vending, donde habitualmente hay agua, refrescos, aperitivos o sándwiches, pero ni esas. Hace meses que esas máquinas tampoco funcionan y que los pasajeros no tienen absolutamente ninguna posibilidad de tomarse algo antes o después de subir a los trenes. Solo les queda el agua del grifo de los baños, la fuente situada en el exterior de la estación cuya agua sale en verano a la temperatura de un consomé o salir al S-4, donde las cafeterías más cercanas están a medio kilómetro en línea recta tras atravesar dos descampados.

Adif es perfectamente consciente de la situación. Lleva desde principios de año tratando de buscar una nueva empresa para reabrir la cafetería pero a la vista está de que sin éxito alguno. La pandemia no ha ayudado, pues es de suponer que quien arriesgue su inversión conoce perfectamente la caída drástica en el número de pasajeros y el recorte de servicios ferroviarios que padece y ha padecido la línea en la que se asienta la capital burgalesa, mientras la llegada del AVE se sigue retrasando y todavía estará unos meses en periodo de pruebas. Ahora, a la vista de que el proceso se alarga, el administrador de la infraestructura anuncia que «próximamente se van a instalar máquinas automáticas de bebidas y sólidos».

A la potencial atracción de la estación como centro de negocios o de oferta comercial no contribuye el escaso número de pasajeros, pero tampoco la triste imagen que periódicamente ofrece la terminal, con constantes goteras cada vez que se registran lluvias fuertes. Hace unos días este periódico ya publicó que reparar estas filtraciones costará alrededor de 90.000 euros. 

Dice Adif que ya cuenta con el proyecto necesario, que ha iniciado los trámites para su licitación y que las obras, cuando empiecen, se prolongarán dos meses.